Miel de Luna

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Son las 5 de la mañana. Fuera de la habitación, el aire parece frío, mucho más frío que ayer. Sin embargo, dentro de la habitación el ambiente es agradable, cálido y acogedor.

Dylan y Yue se acurrucan juntos debajo de las suaves sábanas de algodón blanco. La gran cama está ocupada solo de un lado por los dos cuerpos. El cabello de Yue está tan cerca del rostro de Dylan que puede oler su aroma, esa fragancia seductora... Todavía no está completamente despierto, pero su mente comienza a recordar la noche anterior... Su champú... Él sonríe a medida que despierta y jala su mujercita aún más cerca...

Se acuerda de la ducha que tomaron juntos, cómo le lavó el cabello, la forma en que se reían, se miraban y acariciaban... Tan increíblemente cómodos el uno con la otra. Pero luego le cayó accidentalmente champú en los ojos y ella empezó a hacer pucheros y quejarse como una niña. Recuerda haberle lavado la cara con ternura y besarle los ojos suavemente hasta que desapareció la pupa. Ella es el sinónimo de ternura; ¡y vaya si le derrite el corazón!

Hoy su amada está durmiendo en sus brazos. Ni siquiera puede comprender cómo sucedió esto. ¿Cómo la convenció de unirse a él en esta loca aventura? ¿Cómo pudo persuadirla para que fuera parte de su vida? Él no lo sabe. Sin embargo, ella está aquí ahora, a su lado.

No puede resistir las ganas de besar su cabello y su cuello, abrazándola increíblemente fuerte, sintiendo el calor de su piel.

Ella comienza a emitir sonidos de queja por no dejarla dormir. ¿Quién es este chico que dijo que no era una persona madrugadora y que ahora no la deja dormir?

Por otro lado, Dylan está inquieto, ¿cómo puede estar simplemente recostado junto a la mujer que ama, vestida solo de sábanas blancas? Después de todo, él también es humano.

Yue ya está despierta, el contacto de Dylan y sus pensamientos están interrumpiendo su sueño.

Dylan percibe que ya no está dormida y le pone la mano en el abdomen, causándole la piel de gallina.

"¿Estás bien? ¿Algo te duele?" él susurra cariñosamente en su oído.

"Estoy bien", responde ella y sonríe de forma tierna porque le encanta lo preocupado que ha estado por esto toda la noche. "Pero estoy cansada".

Dylan decide ir al baño a lavarse la cara para ver si tal vez puede dejarla dormir un poco más. Se pone de pie y Yue siente el vacío que dejó en la cama, una sensación que no le gusta para nada. Ella se da vuelta para sentir su calor en las sábanas y mira con un ojo entreabierto a su esposo para ver a dónde va. Dylan no tiene puesto sino su traje de nacimiento, y ella lo observa mientras le da la espalda para ir al baño. Sus ojos están bien abiertos ahora.

Oh. Santo. Cielo. Yue se pone una almohada en la cara. ¡Él es tan guapo! ¡Estoy casada con ESO! ¡Me acosté con eso! ¡Oh madre mía! ¡No lo puedo creer! ¡Dormí con ese tipazo! ¡Oh mi corazón!

Ella grita debajo de la almohada y patea la cama una y otra vez por el entusiasmo y la incredulidad, repitiendo esas palabras una y otra vez...

De repente, la almohada en su rostro se mueve... ¡Pánico! Es él... Volvió y vio su enloquecida reacción... Él destapa su rostro y ella está completamente roja, mordiéndose el labio, con un ojo cerrado, como si tratara de ocultar su vergüenza. Dylan tiene una sonrisa vanidosa en su rostro. Ella parece estar muy orgullosa de haberlo atrapado y eso también hace que Dylan se sienta muy orgulloso.

"Entonces, ¿soy un tipazo? ¿Qué más? ¿No puedes creer que dormimos juntos?" se ríe entre dientes. "No será la última vez, ¿sabes?" él guiña un ojo.

El corazón de Yue se sobresalta un poco ante sus últimas palabras y vuelve a ponerse la almohada en la cara, aguantándola con los brazos.

¡Estoy tan avergonzada!

De regreso a tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora