A Mi Nivel [Taekook]

Capítulo 28

Jungkook

Viernes, sábado, domingo y lunes. Durante todos esos días no he podido dejar de pensar en Taehyung. Quise volver acercarme a él a escondidas de Yoongi hyung, pero salió mal. Quizás es mejor que estemos así, tan alejados el uno del otro.

Mi pecho se oprime. ¿Realmente tiene que ser así? No sé como remediar esto.

—¿Me puedes ayudar? —me pregunta una chica pelinegra al verme salir del baño. Aclaro mi mente y la observo extrañado.

—Claro, ¿qué sucede?

—Necesito llegar a la enfermería y recostarme un rato. Me estoy sintiendo algo mareada —explica. La noto algo pálida así que me acerco de inmediato.

—Vamos. —Coloco su brazo derecho sobre mis hombros y agarro su cintura firmemente para ayudarla a caminar.

—Muchas gracias —agradece mientras nos dirigimos a la enfermería—. Eres Jeon Jungkook, ¿cierto?

—¿Cómo lo sabes? —pregunto con genuina curiosidad.

—Eres popular aquí.

—Supongo que por la bancarrota de mi padre.

—No, desde antes lo eras. Las chicas siempre hablaban de ti.

—¿Ah si? No tenía idea de ello —digo apenado. Observo a la pelinegra con atención—. ¿Cuál es tu nombre?

—Kim Jennie.

—Para ser honesto, nunca te había visto por aquí —admito.

—Estos últimos meses no he asistido mucho a clases —contesta ella. No me atrevo a preguntarle la razón.

—¿En qué grado vas?

—Estoy en último año.

—Oh, eres mayor que yo. —Me avergüenzo un poco al darme cuenta de que en todo esto tiempo le he estado hablando informalmente.

Cuando llegamos a la enfermería, le abro la puerta y la ayudo a pasar. Busco a la enfermera, pero no la encuentro, así que me tomo el atrevimiento de sentar a la chica en una de las camillas.

—Bueno, gracias de nuevo —dice ella.

—Me quedaré hasta que llegue la enfermera —le informo.

—No es necesario, no me gustaría que siguieras perdiendo clases.

—No te preocupes por eso. —Le sonrío y me quedo de pie a su lado. Nos quedamos en un silencio incómodo durante un tiempo, así que decido seguir haciendo plática—. ¿Por qué estás mareada? ¿No desayunaste hoy? —pregunto, esperando no verme muy metiche.

—Ojalá fuera eso —contesta ella con la mirada fija en el suelo.

—¿Eh?

—Te contaría —dice—, pero ahora estoy sintiendo dolor de cabeza también.

—Entiendo, no haré más conversación —le aseguro rápidamente, no queriendo molestarla más—. Trata de descansar.

—Gracias. —Se recuesta completamente en la cama de la enfermería y me mira—. ¿Te quedarás?

—Ya te había dicho que sí —le recuerdo con una sonrisa. Me parece muy tierna.

—Eres muy amable —comenta ella, correspondiendo con su gesto a la expresión en mi rostro.

No pasa mucho tiempo cuando la puerta se abre y llega finalmente la enfermera.

—¿Sucedió algo? —pregunta ella al vernos.