Las cosas pasan por algo • II

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Las cosas pasan por algo.

II

Se durmió con la carta abrazada a su pecho. Pasó la noche rodando y enredándose en las sabanas pensando en si llamar o no llamar.

"Que sujeto tan extraño y sexy" Con esa idea en mente se durmió.

Su madre lo despertó golpeando la puerta de su habitación, algo característico en ella.

 — ¡Keith! — lo llamaba desde el otro extremo —Me voy al trabajo.

Keith despertó con el cabello revuelto. Durmió a deshoras. Soltó un gran bostezo, se dispuso a levantarse de la cama, escucho el crujir de la carta. Quitó las sábanas, ahí estaba, algo arrugada, pero seguía ahí. La miró sin creérselo del todo, un chico que por primera vez en su vida había visto le daba una carta con su número telefónico entregado por un hombre jengibre de inusual bigote naranja. Algo que está escrito en la lista de cosas que no le pasarían a él.

Ya eran las ocho de la mañana y su turno iniciaba a las diez. Dos horas para bañarse, comer e ir a tomar el autobús.

Salió de su casa justo a tiempo. El tráfico podía jugarle una mala pasaba, corrió hasta la parada, tomó el autobús. Estaba aliviado.

Miraba por la ventana los autos y la gente ir y venir. Rememoro todo lo ocurrido en su cabeza. El chico entrar, mirarlo con sus ojos azules, sonreírle de forma insinuante y durante toda su estadía mirarlo por momentos, luego el extraño hombre le entregó el sobre.

 — Lance…

Bajo del autobús, este quedaba a una cuadra de la cafetería, camino sin más rumbo a su trabajo.

Llegó y vio a Shiro limpiando las mesas.

—Buenos días— lo saludo.

—Buenos días— le correspondió el saludo.

Entró a la bodega y dejó su mochila colgada en el perchero, se quitó su abrigo colocándolo junto a su mochila.

—Está muy tranquilo el día.

Giro para ver a Shiro, este dejaba en la bodega el limpiador de mesa.

— ¿No dormiste bien?

— ¿Ah?

—Tienes ojeras.

Keith se miró en el pequeño espejo pegado en la pared, era verdad, tenía ojeras.

—Me entretuve viendo una película— Mintió. No sabía si decirle lo del misterioso hombre de bigote anaranjado ni lo de Lance, tampoco sabía si a alguien como Shiro le importaban sus problemas personales.

—Debes dormir mejor— dijo el mayor saliendo de la bodega.

Keith lo siguió.

—No hay mucho que hacer— se cruzó de brazos Shiro.

— ¿Porque es sábado por la mañana?

— ¿No debería estar lleno porque es fin de semana?

—No lo sé, los sábados por la mañana son tranquilos.

Tal y como lo esperaba la mañana transcurrió tranquila y aburrida, el día se le iba lento, Shiro le dijo que limpiara la bodega mientras él enviaba unos correos al gerente sobre unos faltantes.

Obediencia absoluta • AU KLANCE VOLTRON|| RESUBIDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora