Capítulo I

3.7K 51 22
                                    

𝐈𝐧𝐞𝐯𝐢𝐭𝐚𝐛𝐥𝐞

—¡3...! ¡2...! ¡1...! ¡Let it... rip! —gritaron emocionados dos infantes de 6 años. Ambos bey cayeron en la arena ubicada en medio del bosque, bajo la mirada de dos adultos sonrientes disfrutando de del relajado ambiente.

—¿Crees que pronto se cansen de ese juego? —preguntó divertida la madre de la niña que estaba disputando una batalla.

—Yo creo que esto apenas comienza, míralos —respondió contagiado del buen humor un hombre mayor que estaba sentado en una silla mecedora.

Se escuchó una explosión.

—Creo que volví a ganar —miró con una sonrisa pacífica el niño rubio los ojos azul oceánico de su amiga mientras esta tenía un tic en el ojo, le pareció graciosa la escena.

—Tranquila, Tn, es cuestión de paciencia —trató de animar Alessandra a su hija, aún con una sonrisa en su rostro.

La niña recobró la postura y miró sorprendida al niño, ¿Cuántas veces había sucedido el mismo resultado? "Nadie puede ganar por siempre, tarde o temprano le ganaré" pensó, pero a pesar de ello no estaba enfadada, algo decepcionada sí, pero seguía siendo emocionante siempre sentir que esta vez podría ganarle.

Suspiró. Al menos él era de los únicos niños que no la menospreciaban por ser niña...
Recordaba cuando trató de jugar beyblade con otros infantes de su edad cuando recién se habían ido de su país natal Italia y llegaron a España, estos solo se rieron diciendo que se fuera a jugar "cosas de niñas", que esto no era para ella. En Italia eso no había pasado, quizá sólo fue mala suerte encontrarse con esos niños en especial.

Infló sus mofletes molesta al recordar esas escenas, y sin darse cuenta apretó con sus uñas su brazo izquierdo ejerciendo una presión considerable.

—¿Estás bien? —Free la sacó de sus pensamientos.

—¿Eh? S-Sí... ¡Una vez más! —recogió su bey y se puso en posición.

El rubio la miró serio y después a su brazo que estaba un poco rojo por la reciente presión, las marcas de sus uñas se veían con facilidad.

—Si tú lo dices... —respondió e imitó su postura para comenzar una nueva batalla. Iniciaron el conteo.

—¿Dónde está Christina? No la he visto en todo el día —la mujer miró curiosa al anciano.

—No quiso quedarse atrás y dijo que diseñaría su propio bey para jugar con ellos —respondió sin apartar la mirada de los niños con un brillo especial en los ojos. Después de todo, el beyblade y la niña estaban siendo una parte importante en la vida de Free para distraerlo de la muerte de sus padres hace casi un año. El niño nunca había sido de expresar mucho sus emociones, solo lo había visto hacerlo con su madre, pero desde su lamentable ausencia que eso había sido más notorio, el niño era demasiado callado y le gustaba vagar solo por el bosque, a veces acompañado de Christina, casi no comía, y podía añadir otras cosas a la lista. Pero desde que conoció el beyblade gracias a esa niña, que las cosas fueron cambiando poco a poco, volvió a mirar ese brillo en los ojos del pequeño rubio, ya mostraba interés en algo y sus días tenían un propósito. Había sido testigo de las largas horas que podía pasar sonriendo mientras jugaba y charlaba con Tn. Estaba agradecido de que hayan conocido a la familia Italiana, apellidada Capeller. Amplió su sonrisa.

—¡Tn, Free! —los cuatro presentes voltearon al lugar de donde provenía ese grito, y miraron a una niña sonriente que se acercaba a su dirección acompañada de un pequeño venado. Venía corriendo junto con este mientras les mostraba alzando su brazo lo que parecía un beyblade—. ¡Ya lo tengo, ya lo tengo! —vociferaba emocionada. Llegó primero con su abuelo a mostrárselo —¿Te... gusta? —le costaba hablar con claridad debido a su reciente recorrido apresurada, inhalaba y exhalaba.

Los Juegos del Destino Donde viven las historias. Descúbrelo ahora