Capítulo XI

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𝐀𝐥 𝐚𝐜𝐞𝐜𝐡𝐨

Quedó unos momentos contemplando el lujoso lugar; el hotel donde se encontraban instalados los bladers que venían de otro país u otros lugares más alejados de la ciudad.

Ingresó. Gracias a que ahora era muy conocida por el torneo, la dejaron pasar cuando dijo que buscaba a otro blader. Se alivió por eso, ya comenzaba a sentir las ventajas.

Caminó a la gran recepción que estaba a metros más al fondo de la entrada para saber de la habitación del rubio, había olvidado preguntarle ayer cuál era. En lo que se acercaba, observaba interesada el sitio, logró distinguir lo que parecían otros módulos que infirió eran de los asistentes, ejecutivos, auxiliares, etc.

—Buenos días. ¿Podría decirme cuál es el cuarto de Free de la Hoya?

La encargada sonrió amable y asintió en lo que tecleaba su computadora.

—El joven se encuentra en la habitación 37, planta E.

—Bien, gracias —habían dos grandes elevadores a simple vista. Pero optó por subir las escaleras, le serviría para calentar antes de entrenar.

Cuando llegó a la planta señalada, caminó entre al pasillo buscando la puerta, no demoró en encontrarla. El hotel era tan exclusivo que no contaba con muchas habitaciones, eran solo 10 por cada piso, en un total de 12; a excepción del primero y último.

Se colocó delante de la puerta y no dudó en tocar. Esperó casi un minuto, pero no abrió. Levantó su puño de nuevo para llamar, pero alguien habló.

—No está, salió hace un par de horas.

Giró su cabeza para ver a la dueña de esa conocida voz. La albina la miraba seria.

—Fantástico —resopló y se recargó en la puerta, decepcionada.

—Ese amigo tuyo anda de aquí para allá como un espectro.

La castaña no pudo evitar reír un poco ante aquella comparación. De pronto tuvo una idea, después de todo ya había llegado hasta acá.

—¿Quieres que entrenemos juntas?

Sharp se mantuvo en la misma posición, mirándola.

(...)

—Entonces aquí venías de niña —reafirmó sin apartar su mirada de la arena en lo que entrenaban.

—Ajá, lo encontré un día de casualidad. Nada mal ¿eh?

—Es cómodo entrenar aquí, estás al aire libre pero te da sombra —esta vez echó otro pequeño vistazo al kiosco donde estaban.

—O te protege de la lluvia —sonrió sin mirarla, recordando a la perfección cómo fue su primera instancia aquí.

Capeller notó eso y también esbozó una sonrisa.

—¿Buenos recuerdos?

—Hmm... —titubeó unos segundos en si responder o no. No era secreto que era una persona que no le atañía mostrar otra cosa que no fuera neutralidad o sarcasmo en sus palabras. Incluso con Shu, quien era la persona con la que había convivido por más tiempo y era lo más cercano a llamarse "amigo", no se desenvolvía del todo—. Solo recuerdos.

—Ya veo... —no era despistada, infirió que no le tenía confianza suficiente para hablar de esos temas. Decidió ya no indagar.

Duraron unos minutos guardando mutismo.

—¿Y qué tal tú? —por fin hablo la albina alzando su vista—. ¿Has vivido siempre aquí?

—No. Nací en Italia, pero a temprana edad nos mudamos a España, y desp... —fue interrumpida.

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