Capítulo XXIX

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𝐒𝐨𝐫𝐩𝐫𝐞𝐬𝐚

Los rayos del sol que se colaban por la ventana llegaron a sus párpados, provocando que hiciera una ligera mueca por la molestia y se removiera un poco en su lugar.

—No puede ser que aquí tengan robots pero no cortinas... —murmuró aún algo adormilada. Abrió un ojo, encontrándose con el muro blanco de la habitación. Le dolía el cuerpo más de lo normal, lo cual le pareció extraño, no recordaba haber entrenado arduamente o algo que justificara su estado. Se dio la vuelta para quedar boca arriba y mirar el techo un momento, pero pudo notar un color celeste por el rabillo del ojo, así que giró su rostro—. ¡¿E-Eh?! —se cubrió la boca con la mano para evitar hacer más ruido. Se quedó tensa en esa posición, solo pudiendo observar al dueño de aquel peculiar color a un lado de ella, ambos cubiertos solo por una sábana. Entonces las imágenes de anoche llegaron a su cabeza como fotocopiadora...

Parpadeó un par de veces y quitó la mano de su boca para reincorporarse un poco y quedar sentada en la cama, sosteniendo la sábana en su pecho para cubrir su desnudez. Tragó saliva en seco.

Después de salir un poco de su transe, comenzó a asimilar mejor la situación. Lo... lo había hecho con Lui. Después de la discusión de ayer, ambos habían dejado las cosas en claro, bueno... a su manera. Recordó cuando ambos se quedaron mudos mirándose intensamente y después no se dio cuenta cuando terminaron aquí...

La sensación de Lui sobre su cuerpo aún lo sentía tan real, que le dio un escalofrío. Curvó una leve sonrisa al tiempo que sus mejillas se teñían de rosa otra vez. Incluso el solo recordar sus palabras hacía que le temblaran las piernas, él había pronunciado su nombre... ¡era la primera vez desde que se conocían que lo hacía! Siempre se había referido a ella como "mocosa", y escucharlo pronunciar cada letra le provocó una fuerte punzada en el pecho.

Tenía la leve impresión de que esta vez ya no tendrían mucho problema con dominar su beyblade... después de haber "arreglado" sus asuntos. Sonrió divertida.

Con eso en mente, dio un suspiro y bajó una pierna de la cama para salir y vestirse. Pero antes de que pudiera hacer otra acción, sudó frío en todo el cuerpo cuando escuchó la puerta de su habitación abrirse.

—Oye, Tn, ya todos están abajo, ¿por qué no me ayudas a hacer el desayuno y... —los ojos dorados de la chica se quedaron paralizados en el albino que estaba de pie en el umbral de la puerta. Los ojos de Shu se quedaron en las mismas condiciones pero sobre las dos figuras que yacían en la cama.

Después de unos segundos pudo notar cómo el blader le daba una rápida pasada al dormitorio en general, mirando las prendas esparcidas por el piso, las sábanas hechas un desastre, y después volvió su atención a ellos.

—Los esperamos abajo —comentó Shu y cerró la puerta.

No se movió de su lugar. No sabía ni qué expresión tenía en el rostro, si estaba sonrojada o pálida, si tenía mueca de asombro o incredulidad. Sentía que no tenía tiempo de procesar una cosa cuando al instante se presentaba otra. Puso una mano en su frente y cerró los ojos, totalmente mareada internamente, pero los volvió a abrir cuando escuchó una risita a su costado, miró a su dirección y entrecerró sus ojos.

—Estabas despierto —afirmó de manera acusadora.

—No dejabas de removerte en la cama.

—¿Fuiste consciente de qué...?

—Sí, ¿qué importa? —no le era trascendente si Kurenai los había visto o no, aunque tuvo que admitir que el que lo haya hecho le causó gracia... Al menos así quedaba el mensaje claro.

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