Capítulo II

607 32 25
                                    

𝐅𝐮𝐞𝐠𝐨 𝐜𝐨𝐧𝐭𝐫𝐚 𝐟𝐮𝐞𝐠𝐨

Caminaba a paso normal, su destino era el de siempre; el parque, ¿La razón? No conocía otro lugar donde hubiera arenas de beyblade. Y no le molestaba en lo más mínimo, era agradable sentir la brisa del viento cuando estaba cansada, así se refrescaba y podía soportar más tiempo entrenando, y ni hablar de los atardeceres que se permitía apreciar a ratos.

Sostenía su bey y lanzador en ambas manos, no miraba a nadie, ya estaba acostumbrada a las miradas extrañadas o preocupadas de los adultos al ver a una pequeña niña caminando sola por las calles, tanto de tarde, como de noche. Incluso había ocasiones en que estos se acercaban a ella y le preguntaban lo típico; ¿Dónde están tus padres? ¿Estás perdida? ¿Te ayudo a llegar a tu casa? Etc.

Rodó los ojos fastidiada al recordarlo, estaba cansada de repetir tantas veces lo mismo, incluso ya había ocasiones en que mentía diciendo que su padre o madre era una persona desconocida a unos metros de ellos totalmente ajena al contexto, para que la dejaran en paz rápido. Era tan fácil engañar a los adultos. Tn sonrió de lado burlona.

Después de unos 20 minutos llegó a su destino. Caminó pisando el pasto para acortar la distancia y se dirigió a la primera arena que sus ojos amarillo brillante observaron, pero junto a esta estaba un niño lanzando su bey, lo reconoció, de hecho ya conocía a todos los niños que iban a ese sitio también para jugar, y vaya que ellos también la conocían bien a ella.

Llegó al lugar y se paró a un metro de distancia del otro infante. Éste volteó su cabeza cuando escuchó a alguien pararse cerca de él, y cuando vio a la niña de cabellos blancos, sus ojos se abrieron un poco más de lo normal.

—Largo —dijo la albina.

No necesitó más. Con esa simple palabra bastó para que el niño tomara con algo de torpeza su bey y saliera a paso apresurado de ahí. Era esa chica de nuevo... nadie sabía su nombre, pero todos la conocían, ¿Debido a qué? simple; nunca perdía una batalla de beyblade. Cada niño e incluso chicos casi adolescentes perdían contra ella, había ocasiones en que la enfrentaban de dos en dos, pero tal parecía que fuese como fuese, todos tenían el mismo desenlace.

Es por eso que entrenaba sola, no consideraba a ninguno de esos chicos un desafío, le aburrían. Y le causaba gracia cuando al día o días siguientes de su derrota, volvían a retarla, al final solo conseguían humillarse más a ellos mismos.

Suspiró. Acomodó su beyblade en el lanzador y sin más preámbulos inició el conteo.

(...)

Lo veía concentrada girar, habían pasado un par de horas desde que había llegado y no estaba ni un poco cansada. Tenía la necesidad de volverse más fuerte, "No es suficiente" Decía mentalmente. ¿Era normal que alguien de su edad tuviera ese carácter tan estricto consigo mismo? Recordaba cuando observaba a los otros niños batallar y a ninguno se asemejaba, ellos reían de felicidad todo el tiempo, a veces les divertía incluso perder, máximo se quedaban 1 hora jugando, no dedicaban más. "Por eso son débiles" afirmó con su semblante serio.

Aún sumergida en sus pensamientos, una gota cayó en su mejilla izquierda. Alzó una ceja extrañada y miró hacia arriba, no tardaron en caer más de ellas, "Fascinante..." pensó irónicamente.

Su bey no pudo seguir girando por obvias razones, así que lo recogió derrotada ante el clima. Pensó en irse, pero al mirar su pequeño reloj en su muñeca, lo descartó, "Aún es pronto, son sólo las 7" pensó con desgane. "Solo tengo que buscar un lugar seco y esperar a que pase".

Miró a sus costados tratando de visualizar un sitio adecuado. No vio nada, así que comenzó a caminar usando su antebrazo como protección cubriéndose el rostro. Los árboles que veía ya estaban invadidos por personas que también habían sido sorprendidas por la repentina lluvia, ¿Era tan difícil encontrar un lugar desocupado?

Los Juegos del Destino Donde viven las historias. Descúbrelo ahora