Todo el camino a casa fue incómodo, su mirada no sé cruzaba con la mía aunque fuese por un instante, en cambio yo no dejaba de mirarla pensando en aquel beso en el jardín de los Foster; me sentí raramente complacido, pero también confundido. Al llegar a la casa de verano Sofía salió del carruaje arrastrando la punta de su vestido sobre la tierra, abrió la puerta y corrió por el pasillo hasta las escaleras. Sus pasos eran silenciosos evitando despertar a quienes dormían. Sentada en la cama frotaba sus labios, era la primera vez que alguien la besaba.
Al otro lado de su puerta me encontraba de pie buscando el valor de tocar a su puerta, levanté mi puño e hice el intento de golpear la puerta, quería explicarle lo que había sucedido hace un momento en el jardín, pero ya era algo tarde, un poco más de las doce de la noche, me di la vuelta y entré a mi habitación. Sofía veía mi sombra que se asomaba un poco por debajo de la puerta, supo que estuve ahí parado por un momento, ella esperaba que yo tocará a su puerta y hablara con ella, tenía la esperanza de que yo le pudiera expresar un poco de afecto aunque ella sabía que yo estaba roto y las muestras de cariño eran casi nulas.
Al día siguiente Sofía se fue a la ciudad junto con Perla, daban un paseo por las calles en el carruaje hasta que vieron una tienda de vestidos y sombreros para damas, el enorme vidrio dejaba ver los vestidos que se exhibían, al empujar la puerta la campanilla sonó.
— Hola señoritas ¿En qué les puedo ayudar? — dijo la mujer que estaba detrás del mostrador.
— Queremos ver algunos diseños de los vestidos que hay aquí — respondió Perla.
— Adelante, puede ver todos los vestidos que hay en la tienda.
Perla siguió adelante, hasta el fondo de la tienda, Sofia miraba al rededor maravillada por tan bellas prendas.
— Señorita Sofia — se dio la vuelta.
— Oh, general Roswell, ¿Cómo sigue su nariz? — se acercó a él queriendo tocar su nariz.
— ¿Mi nariz? está bien, eso no fue nada. Y dígame... ¿Vino con su prometido?— No es mi prometido, mi primo es algo imprudente, de verdad lamento todo lo que paso anoche, debe disculparlo, él es algo... impulsivo.
— No se preocupe señorita Sofia — puso sus manos atrás — es un alivio que no sea su prometido.
— ¿Por qué lo dice?
— Desde que vi sus encantadores ojos no he dejado de pensar en usted — la tomó de la mano.
— Creo que el golpe que le dio mi primo lo ha dejado algo aturdido— soltó la mano del general — las personas odian mis ojos.
— Entonces necesitare que su primo me golpee con más frecuencia para ver lo hermosa que es — dijo bromeando. Juntos rieron.
— Y quien es él — pregunto Perla.
— Ah, sí. Él es el general Roswell —respondió Sofia tocándole el brazo.
— ¿Lo conozco de algún lado? juraría que lo he visto antes.
— No lo creo, es primera vez que vengo aquí a Leamington. Bueno señoritas debo retirarme — inclinó la cabeza ante ellas. Roswell y Perla se conocían mucho tiempo atrás, solo que Perla no recordaba que en ese año en el verano, su hermano la llevó a conocer a la esposa del general Roswell en Preston, el hermano de Perla y la esposa del general eran muy buenos amigos, había una fuerte atracción entre ellos pero nunca confesaron su amor.
— Que apuesto, creo que le gustas — dijo Perla al ver al general salir de la tienda — bien ya podemos irnos, tengo los vestidos para esta noche.
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Los recuerdos huelen a rosas
RomanceTradiciones, disputas amorosas y bailes. En Leamington del siglo 18, Frank de familia noble es obligado a comprometerse con su prima Sofia; quien rechaza casarse con Frank por no tener ningún vinculo amoroso. Con el paso del tiempo descubren que el...