Parte 27

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en todo lo sucedido, también en don Oscar. Sofía se había acerco a mí en la proa, me toco el hombro y dijo.

- ¿Estás bien?

- No más que tú.

- ¿De qué hablas? – dijo frunciendo sus cejas.

- Sabes de que hablo Sofía – no pude evitar levantar la voz con enojo.

- Es increíble que saliéramos de esa isla y tengas ganas de discutir – dijo con enojo – por fin volveremos a nuestras vidas normales Frank

- ¿Para ti no significo nada lo que vivimos en esa isla?

- Claro que si Frank, para mí fue maravilloso todo lo que viví contigo – su mirada se dirigió al mar – por fin pude decirte lo que sentía por ti, por fin pude decirte que te amaba.

- Y lo olvidaste cuando volviste a ver a Dimitri.

Me marché de la proa a la cabina donde estaban mis padres. Al llegar al pueblo mis padres decidieron que yo debía volver a la ciudad para descansar de todo lo que había pasado. Quise tomarme unos días para organizar todo en mi casa ya que volvería definitivamente a la ciudad, sin don Oscar estar en el pueblo sería todo muy triste. Antes de irme fui a la casa de don Oscar, para despedirme de cualquier cosa que le perteneciera. Llegue ahí y sus nietos estaban sentados afuera, tal como lo hacía don Oscar, no era fácil para mi recordarlo en sus buenos momentos y ahora sin saber dónde estaba su cuerpo, si era de morir mecería morir como un viejo alegre. La hija de don Oscar salió a la puerta y me vio parado afuera, ella entendía a que venía y me sonrió.

- Hola.

- Hola. ¿Tú eres Leonardo?

- Si.

- Mi padre me ha hablado mucho de ti – no dejaba de sonreír, se notaba que era hija del viejo – tanto que llegue a pensar que eras mi hermano perdido – dijo en forma de broma.

- Sería un honor haber sido su hijo – mi mirada se me hacía pesada y mire al suelo – trate de encontrar su cuerpo.

- Lo sé y también sé que has pasado por mucho al tratar de encontrarlo – sus ojos se inundaron con sus lágrimas – pero unos días después de que te perdieras en el mar, encontraron su cuerpo – se secó las lágrimas y volvió a sonreír – en su rostro se veía feliz. Llevamos sus cenizas al mar para que estuviera junto con mi madre.

- Como siempre el viejo viendo el lado bueno de las cosas hasta de su propia muerte – no pude evitar sentir el mismo sentimiento de don Oscar.

- Lo extraño pero se reencontró con mi madre y eso me hace feliz – recordé cuando lo vi junto a su esposa en el mar – ahora que recuerdo mi padre dejo algo para ti.

La hija de don Oscar entro a la casa y volvió con algo en la mano, era una carta de su padre en la cual decía: joven Leonardo, sé que si estás leyendo esta carta es porque ya no volveremos a tener nuestras agradables pescas, pero no quiero que te sientas triste. Recuerda que la vida es un instante, un instante lleno de buenos momentos y malos pero esencialmente llenos de aprendizaje. Vive y vuela alto, ama y se recordado por quienes te aman. Con cariño. Tu viejo amigo Oscar.

Leerla carta me hizo sentir mejor. Don Oscar nunca dejo de enseñarme el sentido dela vida, que somos mucho más que simples personas que entramos y salimos de la vida de los demás, somos almas eternas encargadas de curar a los que están rotos, quienes 

Los recuerdos huelen a rosasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora