Parte 31

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- Así como tú a nosotros ¿verdad? Frank – respondió mi padre en ayuda de Erik.

Lo mire con enojo y me marche con una botella de vino en cada mano. Mi padre hizo un intento de ir tras de mi pero mi madre lo detuvo. Pase por la mitad de la fiesta y Perla me vio en la huida, camine hasta el lugar donde hice picnic con Sofía por primera vez. Me senté bajo el árbol a mirar las estrellas, el vino pasaba por mi garganta y no sabía que era más amargo el vino o la vida. A lo lejos vi venir a Perla, llevaba una botella de vodka, se la había traído de la fiesta.

- Hola Frank, ¿puedo sentarme contigo?

- Da igual, hazlo si quieres.

Perla se sentó a mi lado apoyando su espalda en el tronco del árbol, luego miro las estrellas.

- Lindo lugar Frank.

- Lo es, me gusta venir aquí cuando todo sale mal.

- Lo pude notar – Perla era buena analizándome – mira, traje una botella de vodka, supuse que por lo sucedido querías algo intenso.

- Gracias, tengo vino.

- Podríamos tomar el vodka después del vino. ¿Qué dices?

- Está bien.

Pasamos de terminar el vino a empezar con el vodka y como es de costumbre con un par de copas en la cabeza, nos volvimos más sinceros e íntimos.

- ¿Sabes que me gusta de ti Frank? – me miro a los ojos.

- Me gustaría saberlo.

- Que eres igual de apasionado y fuerte como este vodka – contempló la botella de licor – mis padres cumplieron todos mis caprichos, por eso siempre obtengo lo que quiero, pero tú fuiste el único hombre que le ha dado igual quien soy, el único que no ha caído en mis encantos. ¿Y sabes qué? – dijo mirando mis ojos.

- ¿Que?

- Eso me está volviendo loca – miro mis labios mientras se mordía los de ella.

Luego se lanzó a mí y me beso. Yo no esperaba menos ya que sabía quién era Perla, pero ahora era mi turno de ser sincero con ella.

- Lo lamento Perla, pero no siento nada por ti – aun no logro sacar a Sofía de mi corazón.

- Entiendo – tomo un sorbo de vodka – pero aun seguiré esperando que me des una oportunidad Frank – se sonrió.

El silencio se hizo presente entre los dos, supongo que había lastimado su orgullo de niña consentida. Me sentí un poco mal por ella y le pedí que me compartiera un poco más de su vodka. Perla no parecía ser mala persona, solo estaba acostumbrada a tener una vida alocada y en algún momento en nuestra charla dijo que quería cambiar pero se le era difícil. Perla no podía dejar de ir a fiestas, ir de compras, o acostarse con quien se le antojara y ya estaba cansada de eso. La supe comprender ya que yo también quise dejar muchas cosas y no pude, tales cosas como Sofía y el compromiso pactado entre los dos. Perla me miro y dijo.

- ¿Porque no te conocí antes? ¿en dónde estabas toda mi vida Frank Monterrier?

- Estaba en buscan de amor verdadero sin darme cuenta que lo tenía en frente.

- Supongo que hablas de Sofía.

- Si.

Los recuerdos huelen a rosasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora