Parte 32

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- Como quisiera que un hombre hablara así de mí como tú lo haces con Sofía – suspiro – pero todos buscan placer o mi fortuna.

Al escucharla hizo que por primera vez la viera como tal es, Perla tenía un gran parecido a Dimitri en versión femenina, pero no era más hermosa que Sofía.

- No te preocupes, si llego a sanarme de Sofía iré a buscarte – dije bromeando.

- No demores, estaré esperándote – devolvió la broma.

Caminamos devuelta a la fiesta, Perla llevaba sus tacones bajos en la mano. Todos en la fiesta nos vieron llegar, incluyendo Sofía y Dimitri. Sofía me miraba fijamente como si sus ojos llevaran mucha tristeza, pero ya me estaba dejando de importar, ella se podía casar con Dimitri y me daría igual, o eso pensé. En cambio Dimitri no le dio importancia verme llegar con su hermana, Dimitri la conocía bien y por lo tanto no se preocupaba si ella se había acostado o no conmigo en nuestra ausencia.

Tres meses después yo ya vivía solo en un apartamento cerca al centro de la ciudad, un lugar tranquilo donde me podía concentrar en escribir. Mis padres eran dueño de la revista más importante de la ciudad, al irse de vacaciones por el mundo me dejaron a cargo de la revista y me nombraron presidente de la empresa, ahora yo debía encargarme de publicar sobre los mejores restaurantes, chef, herramientas, productos de comida y entre esos productos la publicidad de los vinos de mi tía Marta, eso implicaba que de vez en cuando tenía que reunirme con Sofía y luego con Erik.

Mis padres me enviaban fotos de todos los lugares que visitaban, Egipto, Francia, Alemania, china, india, entre otros lugares y mientras que ellos estaba por fuera de la ciudad yo debía cuidar al perro, tuve que llevarlo a mi apartamento. Al principio fue difícil ya que el perro no estaba acostumbrado a estar todo el día encerrado, a él le gustaba corre en el jardín de la hacienda. Así que tenía que sacarlo a pasear a un parque para perros cerca del apartamento y cada vez que íbamos al parque príncipe corrió detrás de otros perros.

Mientras caminaba por la acera y justo antes de pasarme sentí que el perro me jalo la corre, de alguna manera príncipe enredo su correa con la de una tornjak muy bien cuidada, no sé qué los llevó a enredarse pero esa casualidad hizo que conocer a Natalia, una señora de amenos unos 40 o 45 años, muy bien conservada para su edad y muy atractiva.

- Lo siento.

- No te disculpes, la culpa fue mía, mi perro es algo torpe, igual que yo – Natalia sonrió.

- Que chistoso eres, y que lindo es tu perro – dijo mientras se acomodaba el cabello que posaba sobre su cara.

Sentí un cierto coqueteo de ella hacia mí, pero Natalia era mucho mayor que yo como para que ella se fijara en alguien más joven, o eso pensaba.

- ¿Cómo se llama tu perro? – dijo mientras lo acariciaba.

- Príncipe.

- Estoy de acuerdo, es todo un príncipe – dijo mientras me miraba – ¿qué tal tu nombre? ¿tienes uno?

- Por supuesto, soy Frank. ¿Cuál es el tuyo?

- Soy Natalia. creo que ya te he visto, eres el chico del apartamento de abajo. Eres nuevo ahí.

Los recuerdos huelen a rosasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora