CAPÍTULO 19

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El sol ya había salido y sus resplandecientes rayos se hacían presenten en mí habitación.

Unos musculosos brazos me rodeaban y su leve respiración chocaba con mí cuello; me removi con cuidado para no despertarlo y poder apreciarlo dormir.

Su rostro mostraba tranquilidad y paz; no era el mismo rostro que solía ver por las noches cuando me metía a la casa a verlos aunque sea dormir.

Con mí mano acaricie su mejilla, su perfecta tez me deslumbraba con solo verla, sus carnosos labios se encontraban algo hinchados más de lo normal; se removió un poco y al sentir mí tacto una leve sonrisa se formó en su rostro.

-Durante muchas mañanas soñe despertar así, contigo a mí lado, entre mis brazos y solo para mí-dijo sin abrir los ojos mientras acrecentaba su agarré

-Yo muchas veces soñé con volver a estar en tus brazos nuevamente y tal parece que los sueños se hacen realidad-dije provocando una pequeña risa de parte del pelinegro

-En eso tienes razón, pero aún no se han cumplido todos mis sueños-dijo él plantando curiosidad en mi

-¿Qué sueños?-dije con intriga

-Pronto los sabrás, ahora volvamos a dormir que aún es temprano-dijo para dejar un beso en la comisura de mis labios y otro en mí frente; acto que me pareció muy lindo de su parte

Decidí seguir durmiendo en sus brazos, él traía a la antigua Amber a la vida, aquella dulce niña de mirada de ángel, la cual no era capaz de matar ni a una mosca, muy contraria a la nueva; la cual podía jalar un gatillo sin remordimiento alguno.

Alrededor de dos horas habían pasado desde la última vez que me dormí y lo habría seguido haciendo; pero me fue imposible debido a los golpes que se hicieron presentes en la puerta de mí cuarto.

Me incorporé con mucho cuidado y abrí la puerta encontrándome con un despeinado rubio con rostro adormilado y una leve sonrisa.

-¿Pudiste descansar pequeña?-dijo este mientras se restregaba con el puño uno de sus ojos

-Si descanse muy bien, es bueno estar devuelta, ya los extrañaba-dije a lo que él sonrio más ampliamente

-Bajemos que te prepararé tu desayuno favorito-dijo para tomar mi mano la cual solté inmediatamente, provocando que me mirara con confusión-¿Sucede algo?-dijo extrañado por mí antigua acción

-¿Me harás panqueques?-dije

-Claro que sí, todos los que quieras-dijo

Luego de eso asenti y de un salto ya me encontraba en su espalda; caminó conmigo hasta la cocina donde me dejo en un asiento que tenía la mesa.

-Espera aquí en unos instantes su desayuno será servido mí reina-dijo para retirarse y dejarme riendo sola en el comedor

Un ding dong de la puerta detuvo mí ataque de risa; le grite a James que yo atendería ya que sabía de quién probablemente se trataba.

Caminé hasta la entrada de mí gigantesca casa y abrí esta dejándome ver a Sebastian con un rostro que reflejaba ¿Miedo o inseguridad? No lo sabía solo me hizo recordar a lo que me dijo cuando hablamos por teléfono la noche anterior; tenía algo importante que decirme.

-Hola Sebastian pasa-dije amablemente permitiéndole entrar

-Gracias-dijo

-¿Qué era lo que tenías para decirme?-pregunte intrigada por su respuesta

-¿Hay un lugar más privado dónde podamos hablar?-dijo

-Si mi despacho, ven sígueme-este me siguió sin emitir algún tipo de sonido

Pesadilla sin retorno Donde viven las historias. Descúbrelo ahora