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__(tn)

— Es bueno tenerte de vuelta —confesó Lia al verme.

Sonreí hacia la azabache de ojos color miel.

— Solo por este partido, debo devolver el favor a Anna.

Esta asintió.

— Sí, estuvimos hablando y recordamos que tú le debias un favor a Anna por aquella vez, claramente todas dijimos que sí e insitimos en que te llame en ese preciso instante.

A los segundos el resto de las chicas se acercaron.

— ¡¿Qué?! ¡¿Ustedes fueron las responsables?!

— ¡Oye! ¡No puedes culparnos! —agregó entre risas Mía, una castaña de ojos avellana.

Bufé.

— Las odio.

— No, no es cierto —pasó su brazo por mis hombros Anne. Mi amiga pelirroja.

— De todas formas las ayudaré. Pero, expliquenme algo... ¿Por qué está tan reducido el número del equipo?

— Bueno, dos chicas chocaron entre sí: Están en el hispital. Tres decidieron dejar y una se enfermó. Por eso, te necesitamos, las que quedan no saben manejarse muy bien en la cancha aún y tienen miedo...

— Ya veo... Bueno, ya estoy aquí. Pero si saben qué, al no ser parte del equipo no puedo ir a las nacionales con ustedes, ¿Cierto? —asintieron—, solo las ayudaré a conseguir los puntos para entrar a las pre eliminares.

— De hecho... Nunca dejaste el equipo —confesó Mía.

Mi cara se transformó.

— Sigues inscripta, solo debes bajar la solicitud, Anna nunca te dio de baja, solo te "suspendió".

La miré incrédula.

— Dime que no es cierto...—sonrió incómoda—. ¡Anne!

— ¡¿Qué?! ¡Nos salvé el pellejo por no haber entregado esa carta! ¡Puedes jugar con nosotras ahora! Además, sé que volverás en algun momento y espero que cuando estes en la cancha con nosotras... Vuelvas a tu hogar.

— Anne, esas no son excusas.

— ¡Lo hecho, hecho está! ¡No te influye en nada! —empujó Lia hacia la cancha mi cuerpo, cambiando el ambiente.

— ¡A entrenar!

Suspiré. Siguen igual de incontrolables.

— Debo decir, que un poco las extrañaba...

Estas me miraron felices y sonrieron abrazandome, haciendo que caigamos al suelo.

— Vaya, vaya... Miren quién vino.

Miré a la responsable, peli negra de ojos color chocolate intenso

— Tambien me da gusto verte, Sam.

Esta me sonrió arrogante.

— ¿Sigues sabiendo jugar?

— ¡Sam! —reprochó Liz. Una rubia de ojos color celeste.

Me quité al rebaño de encima mío, para levantarme y posicionarme frente suya.

— Tal vez deba enseñarte a jugar a ti, Sam.

Esta sonrió desafiante y bruscamente tiró de mi brazo, abrazandome.

— ¡Cuanto tiempo, patética!

Reímos.

— Me da gusto saber que decidiste ayudarnos, __(tn).

— Lo haría siempre, Liz —le guiñé un ojo.

— ¡No hay tiempo que perder! ¡A darle! —me soltó emocionada queriendo empezar a jugar.

— Sam esta feliz de que hayas vuelto, se la ve emocionada.

— Supongo que si —reí mientras la veía dirigirse hacia las chicas—. Pero, no se hagan ilusiones, Liz.

Esta corrió la mirada, Liz era pequeña pero era una líbero excelente.

— Tenemos la suficiente confianza y esperanza de que al jugar este partido cambies de opinión.

Titubeo con la cabeza, no muy convencida.

— ¡Ah, cierto! —se acercó Sam con las demás— Me han llegado rumores... De que pescaste un pez gordo.

— ¿Pez gordo?

— ¡El rey de la cancha! ¡Kageyama! Todos le temen...

— Ah, él —reí—. No es para nada temerario.

— ¿Están saliendo? —preguntó Liz.

— ¿Hace cuanto? —Habló ahora, Mía.

— ¡¿Es muy autoritario y mandón?!

— ¡Ya, ya! —paré— Sí, estoy saliendo con Kageyama, es mi novio. Y no, no es autoritario ni nada por el estilo y estamos saliendo hace algunos meses... Ahora... ¡¿Podemos entrenar?!

— ¡Sí!

— Es extraño que tengas novio... Creí que sería Oikawa tu novio, no Kageyama.

— ¿Por qué, Anna?

— No lo sé, ¿Presentimiento?

Reí por la estupidez que dijo.

— ¡Si quieren ganar, deben entrenar! — el entrenador apareció.—. Ya sé que estan felices de que haya vuelto __(tn) pero si no practican... ¡No iran ni a la esquina!

— ¡Sí!

•••
¡hola y adiós!

La menor || Kageyama y túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora