Barbará
(Esa voz... ¿Quién demonios es?, ¿Cómo sabe la técnica?, Es imposible... el murió...)
-Recordaba aquella imagen-
(Nunca encontraron su cadáver, pero si su ADN)...
Bryant acomodaba sus gafas con su mano izquierda mientras sonreía, para luego levantar un mecho de pelo el cual tapaba el ojo derecho de Barbara, ella veía a Bryant pero como la primera vez que lo conoció, aquella ilusión se iba lentamente y veía con claridad a Bryant más alto, con la misma mirada de siempre, la diferencia era su cabello el cual estaba hecho un desastre, y aquellos anteojos.
Unas lagrimas salían del ojo derecho de Barbará, Bryant dejaba el mecho de cabello caer al hacerlo Barbará lo abrazaba con fuerza haciéndole caer al suelo.
Barbará
¿¡Donde demonios estabas, como se te ocurre desaparecer y sin decir adiós?!
-le abrazaba con fuerza-
¿¡Creí que habías muertos?!
Bryant
Tranquila
-le daba palmada en la espalda para luego mirar el desastre que habíamos hecho.-
Barbará
¿¡Estaba muy preocupada por ti, te busque por toda metrópolis como al igual Gótica?!
Bryant
Lo siento, por preocuparte tenía que arreglar algunas cosas.
Pasaban unos minutos y Barbará se cambiaba rápido su pijama, ella ponía rápido el sostén pero le quedaba un poco pequeño al lograr ponerse, se ponía rápido las bragas pero su trasero había crecido un poco pero lograba ponérselo, luego se ponía su camisa con el símbolo de Batman.
Bryant estaba apoyado a la pared esperando afuera del baño.
Barbará
Entonces dónde estabas todo este tiempo...
-peinaba con cuidado mi cabello.-
Bryant
En ciudad gótica, ni sabes de las aventura que tuve cuando estaba haya.
Barbará
Dime lo a mí, durante esto cuatro años que te fuiste, la ciudad fue atacada por androides, alienígenas, y muchas cosas, gracias a nosotras pudimos detener algunas.
Bryant
¿Androides?
-sonreía un poco-
Cuenta me eso
Barbará
Bueno
//tres años con cincos meses antes//
Era un tranquilo día y Barbará y Karen colocaba carteles de perdidos en algunos locales.
Karen
¿Tú crees que siga vivo Barbará?
Ella miro a barbará colocando un volante en la entrada de dulce justicia, sus manos temblaba al escuchar aquella oración que había dicho.
Barbará
Lo dudo, el no es de dejarse morir tan fácil... Y tú misma debe saberlo
-le sonreía-
Karen
