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Su mirada se entrelaza con la mía después de varios días sin saber de él

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Su mirada se entrelaza con la mía después de varios días sin saber de él. Está paralizado en la puerta de la habitación, su cara es neutra y eso en cierta forma me asusta. Se acerca despacio y se sienta a mi lado en la cama. Me encojo al sentir su mano, de manera sutil, por mi pierna y luego retira el toque de repente.

Vacío. Frío. Desolación.

No he querido aceptarlo, pero estoy consciente de que Seth significa mucho más que un simple compañero con beneficios o lo que sea que somos. Lo pienso a cada instante, añoro su presencia y las ganas de tenerlo conmigo son indicativos de que se ha convertido en alguien importante para mí.

Me duele pensar que fallé a mis palabras, mi deseo era poder seguir mi vida sin un hombre de por medio o sentimientos que me hicieran débil, otra vez. Pero aquí estoy, rogando porque me bese, esperando que él sienta lo mismo que yo o al menos me haya extrañado.

Suspira y pasa sus manos por el pelo, echándolo hacia atrás. Su ojos lucen angustiados, sus manos se cierran en puños y se levanta de la cama de golpe.

—Tamara me llamó. —Frunzo el ceño al escucharlo, ella no tiene ningún derecho a hacer eso—. Me dijo que renunciaste.

—Así es, conseguí trabajo en una tienda de ropa.

Se sienta de nuevo y me mira directo a los ojos.

—¿Desde cuándo?

Su curiosidad me sorprende, pensé que no iba a seguir indagando.

—Hace unos días, Seth, no volveré nunca más al bar.

Asiente y agacha la cabeza, apenado. No sé qué le sucede, es tan raro y misterioso.

—Me alegro por ti.

Se acerca y acaricia mi rostro sin dejar de mirarme, su aliento hace que se me erice la piel. Besa mis labios con dulzura, sin prisa, tomándose todo su tiempo. Reúno todo el valor que tengo para alejarme, mis ojos se han nublado y el nudo en la garganta crece por cada segundo que pasa. Su mirada hacia mí cambia y mueve la cabeza varias veces en asentimiento.

—Nunca me he subido a una montaña rusa —rompe el incómodo silencio. Lo miro confundida sin saber a qué se refiere o por qué me dice esto—. Tu turno.

—Nunca he montado a caballo. —Mi voz sale entrecortada y carraspeo, en un intento de componerme—. Cuando era una niña soñaba que un príncipe venía por mí en un poni blanco de largo pelaje. —Río como tonta y me siento estúpida al darme cuenta de lo que dije.

Logro ver un atisbo de sonrisa en sus labios, esto hace que mi corazón lata con fuerza.

—Estuve en un orfanato. —Su voz sale en un susurro—. Mis padres fueron asesinados, por unos hombres que entraron a robar a la casa, delante de mí cuando tenía diez años. —Tiembla y me acerco para abrazarlo.

Fragmentos © (Disponible En Físico) [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora