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Desvío la mirada al verlo entrar a la habitación, es medianoche y no había tenido noticias de Seth hasta ahora

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Desvío la mirada al verlo entrar a la habitación, es medianoche y no había tenido noticias de Seth hasta ahora. Las palabras de Giuseppe hacen eco en mi mente, hay una parte de mí que quiere mandar todo al demonio y otra que quiere quedarse aquí a ver lo que acontece.

Retira su ropa, la deja en el piso —como siempre hace— y se dirige al baño. Me levanto de un brinco, dispuesta a buscar algún indicio que me demuestre si estuvo o no con esa mujer. Reviso los bolsillos de sus pantalones, encuentro dinero, condones y un papel con un número de teléfono.

Su camiseta blanca tiene rastros de labial rosado. Dejo las prendas en el mismo sitio y me alejo como si de una plaga se trataran. Lo sabía, estuvo con ella, el corazón me duele al ser consciente de esto. Debo salir de aquí, no merezco seguir viviendo de esta manera.

Sale desnudo y camina hacia su armario. Se viste con un viejo pantalón de pijama y peina su pelo mojado con las manos hacia atrás. Se queda paralizado, pensativo y suspira hasta acercarse a la cama. Le doy la espalda en posición fetal, mis mejillas mojadas por el llanto.

—Disculpa que me haya desaparecido así, tenía cosas que hacer.

Una ira invade mi cuerpo al escuchar sus palabras.

—Ya estoy acostumbrada, no es la primera vez que lo haces. —El veneno destila de mi lengua al hablar, no dice nada más y se acuesta en silencio—. Mañana me voy, Seth —susurro temblando.

Me gira y su mirada muestra tantas cosas que no sé qué pensar.

—¿Te vas? —Asiento, tratando de no mostrar cuánto me duele admitir eso—. Creí que estábamos bien, ¿pasó algo que no me haya enterado? —Su nivel de descaro me ciega y le doy una cachetada.

Me quedo paralizada al notar cómo sus manos se cierran y salgo de la cama de prisa.

—Lo siento.

Me sigue y casi muero al ver cómo su mirada de odio me recorre.

—No vuelvas a tocarme nunca más, Emma. —Asiento nerviosa, presa del pánico.

—Perdóname, no sé qué me pasó. —Agacho la cabeza, avergonzada.

—Creí que me ibas a ayudar con el tratamiento y a recuperar a Corina —habla más calmado y noto que sus ojos lucen angustiados.

—Creo que ya no lo necesitas, ¿por qué no eres sincero conmigo, Seth? Te vi con esa mujer. —Me recrimino porque esto parece una escena de celos.

—Entiendo, sí, Cristina vino a hablar conmigo. —Me muerdo la lengua para no decirle que deje de ser tan cínico—. Haremos un tipo de acuerdo para que yo vea a la niña, ella va a ceder.

—Me alegro por ti. —Camino hacia la puerta, dispuesta a salir de aquí—. Espero que puedas encontrar lo que tanto anhelas.

Me dirijo hasta la sala y me recuesto del viejo sofá.

Fragmentos © (Disponible En Físico) [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora