Capítulo 23

4K 282 2
                                    

Bobby

El aislamiento ya está empezando a hacer estragos. En las redes sociales veo como la gente se centra en la desesperación y la ansiedad. Sus preguntas son muchas, pero siempre hay una que sobresale. ¿Hasta cuándo irá esto? Los periodistas empiezan a hacer apuestas sobre cuándo regresaremos a la normalidad, mientras que los epidemiólogos y los médicos parece que están empezando a acostumbrarse. Los contagios ya han llegado a los miles y las alarmas empiezan a encenderse. Han muerto diez personas y con cada nuevo reporte los nervios tiemblan. Sin embargo, a pesar de que muchos están sumidos en la angustia, yo me siento egoísta. Ahora mismo quisiera que esto no terminara, no justo ahora que me siento tan... ¿feliz?

Brooke duerme a mi lado. El sol ya ha salido, pero ella duerme profundamente. Aunque le acaricio la mejilla, no se despierta. Se ve hermosa durmiendo, sin preocupaciones, tan plena y sencilla. En un momento atisbo en que su ceño se frunce y me pregunto en qué estará soñando. Sé que ella es una de esas personas que a veces se preocupa y mucho más con el hecho de que su madre esté contagiada. Aun así, luego de conocerla, creo que Brooke es la única que arma dramas en su casa. Jonas parece demasiado relajado, igual que su madre. El parecido entre los tres evidentes, excepto por el color de ojo claro de Jonas, imagino que debió sacarlos de su padre. Mi compañera al lado se mueve, pero sigue sin abrir los ojos, en cambio me busca con su mano y cuando me encuentra, me aprisiona en un abrazo.

¿Entienden cuando les digo lo egoísta que soy? No quiero salir de aquí, no quiero tener que dejarla, no quiero que se vaya, no quiero que este confinamiento acabe para nosotras. Al menos no ahora que estamos juntas. No quiero arruinar las cosas preguntándole por sus sentimientos, aunque me conozco y sé que finalmente lo haré. Con Eva me di cuenta que no me gustan las relaciones informales y ciertamente con Brooke no quiero eso. Me duele pensar que cuando llegue el momento de irnos, las cosas terminaran entre nosotras y quizás por eso no tengo prisa en adelantar la "normalidad" que todos quieren. No quiero suponer, pero me gusta pensar que Brooke me quiere y que, así como yo, tampoco quiere que esto sea solo algo de un rato.

En medio de mi revisión de redes sociales, el celular recibe una llamada. Es papá. Debo contestarle, sino seguirá intentando. Con cuidado me deshago del abrazo de Brooke y reviso que no la haya despertado. No lo hago. No recuerdo que tuviese el sueño tan pesado, pero quiero pensar que es la primera en la semana que realmente está durmiendo las horas que debe.

—¿Papá? —Salgo del cuarto y me siento en el sofá

—Hola, hija. ¿Cómo estás? ¿Por qué hablas tan despacio?

—Eh —Carraspeó y retomo mi tono de voz normal— No es nada, es que Brooke está dormida en la otra habitación.

—¿Brooke? ¿No estabas con Eva?

Mi papá lo entenderá, pero no quiero iniciar una conversación larga de explicaciones. Me limito a contarle que las cosas con Eva se han complicado. Él no insiste y se conforma con mis palabras. Sabe que algo malo ha pasado porque él es uno de los que más sabe cuánto quiero a Eva... cuanto la quería. Supo de nuestra relación cuando me veía llegar tan contenta de mis viajes a BlindStone.

—¿Viste las últimas noticias? —Le digo que no— El presidente dice que se habilitará un permiso especial para viajar. Creo que deberíamos solicitarlo para que regreses a casa. Incluso, hablando con Roger, hemos pensado que con el permiso de la empresa de alimentos podrías viajar. ¿Cómo no lo hemos pensado antes?

Mi padre se escucha animado. Roger es el vecino, que también está en los negocios de alimentos, pero él solo se encarga de cultivar y vender maíz. Aunque me sorprende su plan y la noticia, no me siento del todo animada. Inconscientemente miro hacia la habitación. Viajar a casa es alejarme de Brooke.

—¿Sigues ahí? —Insiste mi padre.

—Sí, papá. Aquí estoy.

—¿Qué te parece la idea?

—Por un lado, me parece muy bien, pero... no lo sé —Me levanto del sofá y voy hasta la cocina— Me preocupa un poco viajar, ya sabes... ¿En qué lo haré? ¿Y si estoy contagiada y llevo el virus hasta la granja? No me lo podría perdonar.

—¿Desde cuándo acá te preocupas tanto? En otro tiempo ya estarías haciendo la maleta. Espera... —Mi papá hace una pausa y puedo jurar que se está riendo— Es por esa chica, ¿cierto? Brooke.

—¿Qué? No, papá... —Respondo algo apresurada— Solo te digo que esto del virus no se puede tomar tan a la ligera.

—A mí no me engañas, Bobby. De todas maneras piénsalo, imagino que ella también querrá estar con su familia. ¿No quieres tú estar con tu viejo?

—Claro que sí, papá —Siento una opresión en el pecho— ¿Cómo ha estado todo?

Mi padre me cuenta las últimas novedades en la granja; el cultivo de tomates está listo y aprendió a hacer mermelada de piña. Le tomo la palabra cuando me ha prometido que no ha salido de casa, pero sospecho que sus viernes de café con Bob y Jimmy no los ha dejado.

—¿Prometes que vas a pensar todo el asunto del viaje? —Me pregunta antes de despedirse.

—Sí. Lo pensaré.

—Bien. Y por el transporte no te preocupes, si pediste la minivan prestada a Rob para un favor especial, creo que también podrás hacerlo para regresar a casa.

—¿Qué...?

—No me puedes ocultar nada, Bobby —No suena a reclamo. Está tranquilo y sé que está disfrutando este momento— Le extiendes mi saludo a esa chica Brooke. Y no olvides invitarla a casa. Ahora te dejo porque Sully acaba de llegar.

—¿Aun en tiempos de enfermedades ese gato te sigue manipulando? —Le digo bromeando.

—Más que nunca. Quiere atención y como no estás aquí para salvarme, debo dársela.

Me río.

—Cuídate, hija. Te quiero.

—También te quiero papá.

Cuelgo y me quedo mirando fijamente el celular por un momento. Mi padre tiene razón; normalmente ante su idea ya estaría armando la mochila y agilizando todo el proceso para regresar. Eso lo hubiese hecho hace unas semanas, pero ahora... ahora no se me hace tan fácil la decisión. Quiero estar con mi papá, es mi familia, pero Brooke... no sé si irme represente el final de todo. ¿Así de frágil es esto que tenemos?

—¡Bobby! —Brooke sale corriendo de la habitación y se detiene en medio del apartamento. Antes de anunciarme lo que la tiene tan emocionada, entrecierra los ojos y me mira— ¿Estás bien?

Yo espabilo y reprimo las ganas de llorar. Dejo el celular en la isla y voy a su encuentro.

—Sí, todo bien. ¿Qué pasa? ¿por qué tan emocionada?

—¿Estás segura que...? —No la dejo terminar, la aprisiono entre mis brazos y la beso suavemente.

—Cuéntame que pasa. ¿Qué te tiene tan emocionada? —Brooke sonríe.

—Jonas acaba de llamarme. Sus resultados llegaron y dieron negativo. —La enorme sonrisa de su rostro lo dice todo.

—¡Enhorabuena! —Respondo y la traigo a mi pecho para abrazarla. Ahí nos quedamos un rato, mientras respiro su aroma y me reafirmo lo mucho que la necesito.

—¿Quieres desayunar? Esto merece ser celebrado —Asiento y ella me da un beso corto.

Las dos vamos hasta la cocina y conversamos sobre el menú del desayuno. Prepararé una malteada de chocolate y leche, mientras que Brooke se ofrece a hacer tostadas francesas. Aprovecha para contarme que le adelantaran la prueba a su madre, pues al no tener síntomas es posible que ya el virus se haya ido por completo. Al escuchar esto mis preocupaciones aumentan. Si Jonas salió negativo e igual pasa con su madre, Brooke regresará con ellos. No creo que ella sienta este dilema. Los elegirá a ellos, como debe ser. En medio de mis pensamientos Brooke me abraza por detrás y me dice que hace mucho tiempo no se sentía tan feliz. Yo me doy vuelta y beso su frente. También le hago saber que estoy feliz e interiormente me hago la promesa de no dejarla ir. No sé qué tengo que hacer, pero no puedo permitir que se vaya, no quiero que esto termine. 

ConfinadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora