Capítulo 28

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Brooke

Siempre me ha encantado el momento del corte de cabello. Mi mamá solía llevarnos a Jonas y a mi cada dos meses a la peluquería del centro. Allí nos recortaban un poco las puntas o solo nos aplicaban algún tipo de shampoo o masaje para el cabello. Mi hermano no suele preferirlo largo, a pesar de que le crece muy rápido. Mamá tenía que adelantar su visita a la peluquería cuando ya los mechones de cabello amenazaban con interrumpirle la vista. Jonas odiaba eso. Justo por esta razón es que no entiendo el que se haya dejado crecer el cabello durante el confinamiento.

—Antes de todo esto ya estaba algo largo, —Me explica mientras lavamos los platos del desayuno— pero siempre posponía la visita a la peluquería diciendo que tendría luego tiempo, pero ya ves. El virus llegó y todos cerraron.

—Siempre he dicho que no te queda mal.

—Cierto. Creo que hasta me estoy acostumbrando, pero a cierta persona no le hace nada de gracia —Dice echando un vistazo al pasillo que conduce a las habitaciones en donde está mamá— "No estás en la secundaria, Jonas", me dijo cuándo lo vio.

Mi hermano imita el tono de mamá, pero le sale demasiado gracioso y nos reímos.

—Listo, esto servirá.

La voz de mi madre interrumpe nuestra risa. Trae unas tijeras y una toalla azul. Mientras desayunábamos, nos ha mirado por un buen rato hasta que finalmente decidió que nos cortaría el cabello. Ella lo hace bien, pero siempre prefiere que alguien experto se encargue. Dice que no puede esperar más para deshacerse de ese montón de pelo de Jonas.

—A ver Jonas, tu primero.

Mi hermano se seca las manos y camina hasta la silla que mamá ha ubicado en la mitad del apartamento. Yo los miro desde la barra de bar que divide la cocina de la sala de estar. Nuestra madre le rosea agua en el cabello y empieza a cortar mientras refunfuña por el descuido de mi hermano. No puedo evitar tomarle una foto a la escena y enviársela a Bobby. Ella no tarda en responder con una carcajada.

Han pasado tres días desde que nos separamos. Tres días que se han sentido extraños. Si bien estoy feliz de haber regresado con mi familia, no puedo evitar extrañar a Bobby; nuestros despertares juntas, cuando cocinábamos e incluso el tiempo libre que pasábamos en la cama sin hacer nada. Es gracioso incluso que me haga falta mi papel de enfermera. Aunque no es que esté muy alejada de él. Aquí debo estar más atenta con todo. Jonas es demasiado descuidado y debo estar siempre pendiente de todo.

—Vamos a borrarte esa risita ahora —Dice de pronto mamá— Luego vienes tú. Tienes esas puntas muy largas atrás.

—Espera...—Dejo el celular a un lado y la miro— Yo estoy bien, no te desquites conmigo.

—Estoy de acuerdo contigo, mamá. —Replica Jonas y frunzo el ceño.

Unos minutos después, estoy frente al espejo del baño revisando qué tanto cabello cortó mi madre. No fue mucho, como dijo; solo las puntas. Al menos ella si cumple con ello. Recuerdo aquella vez que fuimos con el pretexto de cortarlas y terminé con casi el cabello por los hombros. El análisis es interrumpido por el sonido de mi celular; es Bobby.

—¿Cómo quedó? —Me pregunta y se acerca a la cámara. Yo muevo el celular de lado a lado mostrándole el largo de mi cabello— Ah, sí fueron las puntas. Creí que te iba a encontrar con el corte de Dora la exploradora.

Bobby se ríe y yo hago una mueca.

—¿Cómo estás? —Pregunto, pero su sonrisa de oreja a oreja la delata— ¿Ya llegó?

—Ya viene en camino —Dice y cambia la cámara de modo; ahora veo sus piernas. Está acostada en la cama. Su tobillo está vendado— Despídete porque ya es la última vez que veras esa venda.

ConfinadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora