Brooke
Aunque tengo ganas de levantarme de la cama, mi cuerpo no responde. Me siento cansada y la única opción que tengo es quedarme acostada. Ni siquiera puedo ir a abrir la puerta cuando el tío Francis llega con una taza en sus manos. A él no parece importarle mucho la probable idea de que esté contagiada del virus, pues aunque le he dicho que puede dejarme las cosas en una mesa afuera de la puerta, insiste en entrar. Se acerca, con una mascarilla verde, y se sienta a un lado.
—Toma esto. Te hará bien.
Yo me siento en la cama y obedezco. No es café y tampoco té. Según me cuenta, es una bebida a base de eucalipto y panela que ayudará a que mis defensas aumenten. No estoy en condiciones de juzgar nada, así que me tomo la bebida caliente en cortos sorbos.
—¿Alguna noticia de Jonas? —Pregunto.
Él niega con la cabeza y aunque no lo veo, sé que sonríe. Es un hombre que habla a través de sus ojos.
—¿Tienes hambre? —Asiento— Luna ha preparado un caldo de pollo que te sentará bien.
—Gracias. —Un nuevo sorbo— ¿Ella que piensa de esto?
—Dice que eres muy afortunada de haberte enfermado cerca de nosotros.
De nuevo sus ojos sonríen y yo le devuelvo el gesto.
Luna es la esposa del tío Francis. Es una mujer bajita de piel morena y cabello negro que llega hasta el final de su espalda. Hace años decidieron construir la cabaña en donde estoy, un lugar acogedor en medio del bosque a las afueras de Weller City. Mi tío nunca fue una persona amante del ruido de la ciudad, así que cuando encontró a Luna, el sueño de poder establecerse en el interior de la naturaleza se hizo realidad. El vínculo con el tío Francis es muy especial porque es lo más cercano que tengo de mi padre. Él también lo sabe, por eso intenta visitarnos cada vez que puede y en nuestros cumpleaños nos envía regalos. A diferencia de su hermano mayor, el tío Francis lleva el cabello largo hasta los hombros, su piel se ha vuelto más oscura, sospecho que por el trabajo en el campo, pero sus ojos claros siguen intactos.
—Lo traeré cuando esté listo.
—No es necesario, tío. —Bajo la mirada a la taza vacía— Si es cierto que tengo el virus, prefiero evitar el contacto con ustedes. No quiero que...
—Déjanos encargarnos, Brooke. —Me pone una mano en el hombro y mi postura tensa se relaja— Tenemos claro todos los cuidados, no te preocupes.
Es lo peor que me pueden decir porque hago todo lo contrario. Sentada en la cama, mirando el hermoso paisaje a través de la ventana de mi derecha, mi mente empieza a construir los peores escenarios: El tío Francis y Luna contagiados, la demora de la ambulancia al llegar, porque ninguno tendrá las suficientes fuerzas para conducir. ¿Yo donde estaré? ¿Podré cuidarlos? "Deja de ser tan dramática", la voz de Bobby se reproduce de repente en mi mente y rasga la historia que me he creado.
—Bobby...
Mis ojos se humedecen solo de recordarla. Debe estar muy preocupada y solo espero que Jonas la haya llamado. Mi celular está en la mesa de noche, con la batería descargada y sin una sola pizca de señal para hablarle. Al despertar del desmayo, ha sido en la primera persona que he pensado. Realmente no estaba muy consciente de qué había sucedido. Todo fue demasiado rápido. Mi hermano me contó que estábamos en la cabaña del tío Francis y que iría a Weller por un médico. Aunque mi madre insistió en que me llevaran a casa, Jonas se opuso. No es recomendable que comparta ese espacio con ella y que luego vuelva a recaer. Además, si realmente tengo el virus, ¿Qué mejor que una cabaña a las afueras de la ciudad para hacer la debida cuarentena?

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Confinadas
RomanceA Bobby le acaban de cancelar su vuelo de regreso a MadeVille, mientras que Brooke ha tenido que viajar a BlindStone de urgencia. Las dos coincidirán en un apartamento en el cual pasar la cuarentena obligatoria impuesta en el país luego de la advert...