Capítulo 22

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Brooke

Siento los dedos de Bobby acariciar uno de mis pechos delicadamente y sus labios bajan a besar mi clavícula. Vuelvo a gemir sin poder evitarlo y acomodo su cabello por detrás de su oreja para verla bien, voltea a verme y no puedo resistir su mirada. La empujo suavemente para separarnos y ante su desconcierto, cambiamos de lugar. Le quito la chaqueta, o hago el ademan de, porque ella termina el trabajo por mi y continuo con su playera y su brassiere.

—Tienes mucha ropa —Bromeo y logro que se ría. Cuando me rodea con sus brazos vuelvo a empujarla, esta vez un poco más fuerte y ambas caemos al sofá ante su negativa de soltarme, riendo, pero eso no nos detiene.

—¿No quieres que vayamos a...? —Me pregunta, pero la callo con un beso. Ella se separa y me mira sonriendo— Ah, cierto. Eres una experta en el sofá.

—¿Quieres que te lo demuestre?

Nos acomodamos un poco mejor, Bobby se sienta y yo sobre ella, me acerca con un brazo mientras con el otro vuelve a su labor, su mano cubre por completo mi pecho y presiona mi pezón con suavidad entre sus dedos mientras el otro es atendido por su lengua.

Sin razón en mi le acaricio la mejilla y la obligo a mirarme, así, sonrojada y hambrienta me parece preciosa.

—¿Que pasa? —Me pregunta, pero yo no puedo decir nada.

Me agacho un poco a besarla y aprovecho su descanso para acariciarla, también quiero sentirla así que no le doy oportunidad de reaccionar y beso su cuello mientras mis manos exploran su cuerpo, sus pechos, mis dedos apenas rozan sus pezones con delicadeza cuando la escucho reaccionar. Sé que está tan excitada como yo, lo que no sé es cuánto puede aguantar y qué pasará cuando llegue a su límite, pero aun con toda esa incertidumbre decido aventurarme. La obligo a recostarse y atiendo sus pechos con mis labios dejando oportunidad a mis manos de desabrochar su pantalón y meterse dentro.

—Brooke... —Dice con la voz entrecortada. Reacciona e intenta detenerme, pero es muy tarde, mis dedos han llegado a su clítoris y al acariciarlo cesa toda resistencia, un par de caricias más y arquea su espalda mientras se muerde el labio inferior y me muestra una media sonrisa encantadora, es un espectáculo digno de admirarse. No me puedo resistir en lo absoluto a ella, beso su estómago e intento bajar, pero ella cambia la trayectoria de mis labios hacia los suyos. Parece que he rebasado el límite.

Se levanta con cuidado y se deshace del pantalón y los zapatos, me lanza una mirada que me hace sonreír, le ayudo a terminar de desnudarme sin realmente poder sostenerle la mirada, tan segura y traviesa. Cuando regresa conmigo al sofá se acomoda entre mis piernas, me besa mientras sus dedos tienen libre acceso a mí y por un momento me siento expuesta y apenada, un momento corto ya que sus dedos se posicionan rápido sobre mi clítoris y comienzan a estimularlo mucho antes que mis pensamientos arruinen el momento. La abrazo por el cuello y nos besamos, nunca me cansaré de sus labios, la beso de forma intensa como nunca creí volver a desear a alguien.

***

Tocan el timbre y voy a atender. Es el repartidor. Me entrega la caja de pizza y cuando regreso a la cocina me encuentro a Bobby sentada a un lado de la isla. Se ha cambiado y ahora tiene puesta la pijama de cuadros que le presté cuando nos conocimos. Admito que le queda muy bien, pero siento ganas de quitársela.

—Tienes que admitir que es muy cómoda —Me dice señalando la prenda. Yo asiento.

—¿Qué quieres de tomar? —Le preguntó al tiempo en que dejo la caja en la isla y abro el refrigerador— Hay Coca Cola, agua, limonada... y queda una cerveza.

ConfinadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora