Capítulo 11

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Bobby

Nos miramos durante un rato hasta que el relaja los hombres y entra con propiedad. Deja las bolsas en la mesa y se me acerca.

—Tú debes ser Bobby, ¿cierto? Yo soy Tom, soy amigo de Eva.

El chico, que aparenta unos treinta y tantos, me extiende la mano y yo le devuelvo el gesto sin decirle nada.

—¿Todo ha ido bien? Traje algo para almorzar porque Eva dijo que te ibas a quedar. —Lleva las bolsas a la encimera de la cocina en donde empieza a sacar vegetales e ingrediente empacados.

Lo analizo de pies a cabeza. Su ropa deportiva me hace creer que es uno de esos tipos obsesionados con el gimnasio. Las pesas que están en una esquina de la sala me lo confirman. Es de brazos fornidos y también advierto lo poco que se le dan los ejercicios de pierna. Tiene de esos cuerpos estilo embudo. Sus piernas parecen un fideo. Me río un poco de mi broma interna y él me mira.

—¿Pasa algo?

—Bonito lugar —Le digo y tomo asiento en la barra que divide la cocina del comedor.

—Gracias. Estoy hace un mes aquí. Justo fue Eva quien me ayudó a encontrar este apartamento.

Si este tipo vuelve a mencionar a Eva, juro que no seré consciente de mi fuerza y le tiraré lo primero que vea para que se le estampe en esa cara de pendejo que carga. Justo cuando estoy por responder algo, Eva aparece a través del pasillo que conduce a la única habitación del lugar. Se ha puesto un jeans y una sudadera verde que no le conocía. Le queda demasiado grande, así que no tengo que averiguar a quién le pertenece. Le lanzo una mirada de odio a la prenda y Eva me mira cariñosa.

—Hola Babe —Se acerca y me da un beso en los labios— Veo que ya se conocieron.

—Así es. Le estaba diciendo a Bobby que prepararé un rico asado. ¿Se quedarán, no?

Odio cuando ese tipo dice mi nombre. Para él no soy Bobby.

—Claro que sí. —Responde de inmediato Eva— Me voy a duchar y regreso. ¿Te ayudamos en algo?

—No es necesario —Tom se da la vuelta y nos mira con gracias— Disfruten, mientras puedan.

De vuelta a la habitación, Eva se prepara para entrar al baño, pero tengo tantas preguntas que se me hace difícil guardármelas.

—Así que Tom es tu amigo, ¿eh?

Ella me mira y levanta una ceja. Sabe a qué voy.

—Lo es, Bobby. Trabaja en la primera planta del edificio, es asistente administrativo de una empresa de marketing. Coincidimos muchas vece en la cafetería,así que una vez nos sentamos junto y empezamos a conversar.

—Ya veo —Yo estoy en la cama mirando por la ventana sin inmutarme.

—No te pongas celosa. Le he hablado de nosotras y me ha ofrecido su apartamento para encontrarnos. Fue una buena oportunidad.

—Es solo que —Ya no puedo aguantar más— Nunca lo habías mencionado y de pronto aparece de la nada y...

—No tiene importancia. ¿Quieres venir a darte una ducha?

—Ya lo hice.

Veo cómo me sonríe.

—¿De verdad no quieres venir?

Voy hasta ella y con brusquedad me deshago de la estúpida sudadera verde. Ella sonríe y entramos al baño.

Una hora más tarde estamos los tres almorzando. Tom empieza a servir la comiendo mientras cuenta su vida como entrenador personal los fines de semana, influencer fitness y chef en sus ratos libres. A mí se me ha quitado el hambre y no intento pretender que estoy a gusto con su plática. Eva de vez en cuando me mira y levanta las cejas. Ella si está haciéndole conversación, preguntando por sus ejercicios y comida favorita. Que estrés. Ya me quiero ir.

ConfinadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora