Drake y Alexander llegaron al bar. El peliplatinado tomó la misma mesa de siempre y esperó mientras conversaba con el rubio.
Drake parecía estar perdido en sus ojos, con una gran sonrisa.
—Buenas noches. —habló una voz dulce en el escenario.
—¡Ahí está, es ella! —dijo emocionado, viendo a la chica.
Una canción suave comenzó, seguida de una voz cautivadora. Cada nota era perfecta. La mujer de vestido entallado intentaba transmitir cada sentimiento en cada acorde.
Al terminar, Alexander aplaudió y gritó emocionado.
—¡Esa es mi chica!
La mujer vio al peliplatinado de lejos y sonrió algo sonrojada.
—Sigan disfrutando de las bebidas. En un momento volveremos. —Magaly bajó corriendo del escenario y abrazó fuerte al chico—. Hola... ¡Alex! —se escondió en su pecho y cerró los ojos, sintiendo que todos sus nervios se calmaban al instante.
—Hola, hermosa. —Le dio un beso en la coronilla, acariciando su cabello azabache entre sus dedos, haciendo que la mujer se impregnara de su colonia masculina. Se separó y miró al rubio. —Hoy traje a un compañero: Magaly, él es Drake. Drake, ella es Magaly.
La chica estrechó la mano del más grande y se aferró de nuevo a los brazos de Alex.
El rubio la saludó, e incómodo por cómo la voz de Alex retumbaba en su mente y hacía que su estómago se revolviera, pensó en un plan para escapar; señaló la barra.
—Voy por un trago, los dejo hablar. —Sonrió y se retiró, corriendo, casi espantado. —(¿Qué mierdas está mal contigo, Drake? ¿Eres joto ahora?)
—¿Quieres algo, mi niña? —dijo Alex mientras acariciaba el cabello negro de la mujer.
Magaly se sentó a su lado.
—Lo de siempre...
—Tus deseos son órdenes. —Sonrió y le pidió al mesero las bebidas mientras hablaba con la mujer de baja estatura.
Drake miraba desde lejos al par. Esperaba serio a que el concierto terminara para poder salir lo antes posible de ahí.
Alexander miró a Magaly volver al escenario y sacó su cajetilla de cigarros, tomando un poco de whisky.
El rubio cerró los ojos intentando concentrarse en la voz de Magaly, pero el pensamiento de Alex lo distraía; estaba tan asustado que ni siquiera fue capaz de volver a la mesa.
Terminando la canción, el de barba se acercó a la barra en donde el chico alto se encontraba.
—¿Todo bien? ¿Quieres que te lleve a casa?
Drake lo miró de reojo, y negó intentando evitar el contacto visual.
—No gracias, vivo a unas cuadras de aquí. Todo bien. —Vio a Magaly acercarse y le entregó con una sonrisa una cerveza. —Para que refresques tus preciosas cuerdas vocales. Eres una joya indescriptible para la música.
Alex miró a la chica y subió las cejas con picardía.
Magaly tomó la cerveza algo tímida, apretando la espalda del de ojos grises como si le pidiera ayuda, ya que la chica no estaba acostumbrada a ese tipo de tratos.
—Bueno... —El peliplatinado miró al rubio—. Ya sabes que ella siempre está aquí los viernes a las ocho, para que vengas a visitarla. —Rio sintiendo un pequeño golpecito en la espalda baja. —Bueno, Drake... nos retiramos. Nos vemos el lunes. —Le dio una palmada en el hombro y salió de la mano con la chica.
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Let's Forget Our Demons
Ficção AdolescenteCuando eres joven y has pasado por experiencias dolorosas, es difícil mantener una vida normal sin temores. Alexander Quintana es un universitario que intenta día a día mejorar su vida y demostrarle a todos que no es un simple rostro bonito. Junto a...