Al día siguiente, Roberto ya estaba haciendo el recalentado; la radio tenía a Manowar a todo volumen y él fumaba mientras le daba el último sorbo de cerveza a Storm. Escuchó unos pasos y levantó la vista para ver al peliplatinado bajar por las escaleras.
—¡Buenos días, hermoso!
—Hola, buenos días —le contestó su hombre, adormilado—. De verdad debes dejar de darle cerveza al perro, lo vas a matar.
—Oye, a él le gusta y a mí también. —Rio mientras servía los platos—. ¡Sale recalentado de pavo y una cosa verde! —Se sentó solo con pantalones, cabello revuelto y unas grandes ojeras.
Alex le quitó el cigarrillo de la boca para darle una calada.
—¿No has dormido? —Se sentó, peinando su cabello.
—No... Es que había maratón de películas de Sebastian Stan —explicó el rubio, avergonzado.
—Eso explica porqué amanecí solo. —Le sonrió y comenzó a comer. —Convocaron reunión para hacer los últimos ajustes del vestuario; casi volviendo presentaremos la obra.
—Bien, yo prometo portarme bien en la presentación. —Asintió como un niño obediente y dio un bocado—. Hoy debo arreglar algunas cosas y hacer pesas. —Señaló el kit de ejercicio que tenía atravesado a media sala. —Cualquier cosa que necesites, me llamas, ya sabes que yo le rompo las piernas a cualquiera.
Alex se botó de la risa y asintió. Terminando de comer se fue a bañar, se arregló y le dio un beso a su amado antes de salir.
[...]
Cuando Alexander entró al teatro, las chicas lo miraron y comenzaron a susurrar entre ellas con una mirada pícara.
—Buenos días, señoritas y señoritos —dijo sonriente, subiendo al escenario.
Sixx y Camila ya tenían todo listo. La mujer andaba muy seria desde la muerte de su hermana y desde que Carlos le dio la estrellada contra el mundo más espantosa; hasta Emiliano quedó cómo un santo tras esas infidelidades.
Estuvieron ensayando un rato y modificando algunos lugares hasta que fue el turno de Alex de probarse su traje final de Don Juan. El chico salió como si fuese un muñequito de plástico.
—Apenas y puedo respirar.
Sixx se acercó, tomando la cinta métrica que había puesto sobre su sombrero.
—Debes haber sacado músculo o caíste en la comida de Roberto. —Le sonrió y comenzó a medir sus brazos.
—Ugh... Podría bajar de peso, si eso se necesita. —Le sonrió de vuelta a Sixx.
—No, nos queda poco tiempo; me es más fácil recorrer las costuras a que pases hambre. Dales gracias a los espíritus que Camila y yo, siempre dejamos un cacho libre de tela para los cambios. —Le guiñó el ojo a Alex y le dio una palmada en el hombro. —Anda, vete a cambiar.
El de ojos grises se metió detrás del escenario para cambiarse frente al espejo mientras algunas chicas platicaban a su lado.
—¿Me veo gordo? —dijo llamando la atención de las mujeres.
Todas negaron observando sus brazos. Una habló.
— Para nada, estás p e r f e c t o. —Se mordió los labios—. ¿Has estado ejercitando? Te ves más musculoso y grueso. —Le guiñó el ojo.
El peliplatinado se sonrojó y volvió la vista al espejo para ver su cuerpo.
—Sí, he hecho más ejercicio, pero también he comido más. —Tomó su playera negra—. ¡Hey, Fernanda! ¿Tu novio no se enojará por la escena del beso?
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Let's Forget Our Demons
Teen FictionCuando eres joven y has pasado por experiencias dolorosas, es difícil mantener una vida normal sin temores. Alexander Quintana es un universitario que intenta día a día mejorar su vida y demostrarle a todos que no es un simple rostro bonito. Junto a...