20.- Escape

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Roberto estaba sirviendo el desayuno cantando los éxitos de Poison a todo pulmón cuando escuchó los pasos por las escaleras.

Alex bajó de mal humor y ya antes de desayunar, traía el cigarrillo en la boca.

El rubio lo miró tierno y le entregó el plato. Realmente se había tomado muy a pecho su título de ama de casa. 

—Buenos días, mi amor. Mira, tu desayuno favorito.

—Buenos días. Gracias. —Comió lento mientras veía a su hombre fijamente.

Roberto le sonrió mientras le servía su jugo. 

—¿Algo más?

Alex negó sin dejar de ver su rostro.

—¿Irás a la universidad temprano?

—No, hoy es mi día libre y voy a lavar y adelantar los oficios —explicó quitándose el delantal.

—Tengo que ir al trabajo y a la escuela en la noche. —Le dio un beso rápido y se subió para arreglarse. —¡Ya me voy, vuelvo en la tarde! —dijo apurado.

—Nos vemos cuando vuelvas. —El rubio le entregó su lunch—. Te amo. —Siguió cantando y más tarde sacó a pasear a Storm.

[...]

Alexander estuvo en la librería atendiendo toda la mañana y conociendo a sus nuevos compañeros. Él era el encargado de acomodar y ayudar a los lectores a encontrar sus libros. El peliplatinado estaba acomodando los libros del carro cuando escuchó la campana de la puerta sonar.

Owen miró al de ojos grises y sonrió coqueto. 

—Hola ¿Acaso ahora estás en todas partes?

Alex lo miró y se cruzó de brazos con una sonrisa. 

—Creo que otro es el que anda en todas partes. —Levantó una ceja—. ¿Buscas algún libro en especial?

—Álgebra y Cálculo tres. —Le mostró el nombre del autor.

El peliplatinado asintió y se mordió los labios pensando. 

—¡Ah! Ya sé. Sígueme. —Caminó por los pasillos hasta la zona trasera de Matemáticas y sacó un libro grueso. —¿Solo buscas este? —Le sonrió amable.

Owen asintió y le acarició la mano, tomando el libro con una mirada coqueta. 

—Entonces... ¿Te rompes el lomo acá para mantener a tu perra alcohólica?

—De verdad tienes que dejar de hablar así de él; no quiero partirte la cara. —Lo tomó de la mandíbula, viendo sus ojos verde oliva. —Sí, no te verías bien con el rostro reventado...

El de cabello corto rio y lo miró fijamente.

—Ya veremos quién viene arrastrándose, Alexito. —Sonrió travieso y se dio la vuelta para ir a pagar.

Alexander siguió atendiendo a otros clientes, ignorando por completo la presencia del hombre. Tanto polvo en los libros lo hacía estornudar, así que se pasó el índice por la nariz para calmar el cosquilleo en sus fosas nasales y fue por un cubrebocas.

—Ugh, estos libros tienen más polvo de lo usual. —Pasó por un plumero y comenzó a limpiar los libreros. Más tarde salió del trabajo y guardó su chamarra, estaba sudando como si fuese verano. Se encaminó a la universidad y cuando llegó, ni siquiera podía bajar de la moto de lo mareado que estaba; llegar a su salón sería un gran reto.

Sixx pasaba por los jardines cuando notó a Alex. Se acercó al peliplatinado y lo saludó sin recibir una respuesta. 

—¿Alex? ¿Estás bien? —Lo movió un poco y lo vio caer del vehículo cual gelatina. El chico corrió por ayuda para llevarlo a la enfermería.

Let's Forget Our DemonsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora