La espada estuvo a milímetros de rozar a Alex, haciendo que la gente se quedara sin aliento. El hombre le dio le dio cuatro golpes al enemigo y en el último segundo, el contrincante le dio justo cuando el timbre sonó. Se quitó la máscara en shock, viendo al chico frente a él.
Roberto chilló asustado cuando tocaron a Alex. Se tapó los ojos mientras Daniel le ofrecía agua, impactado.
Todos los jueces se fueron a revisar las cámaras y el lugar se inundó de un silencio profundo. Desengancharon al hombre y él caminó hacia las bancas con la mirada perdida, lleno de sudor y jadeante, sin poder creer lo que había sucedido.
—Pe-perdónenme —le dijo el platinado con la voz cortada a su equipo, sin volver a la tierra; estaba completamente perdido.
En cuanto Alex se sentó, Roberto corrió a él y lo abrazó, desamarrándose el pañuelo que siempre llevaba en el brazo para limpiarle el sudor.
—No te preocupes, van a revisar la grabación. Yo sé que ganaste. —Lo abrazó, quedando aún más pequeño ante el uniforme.
Los jueces salieron y se pararon al centro con una carta firmada que anunciaba el equipo triunfador tras la minuciosa revisión del video.
—Y el ganador de la vigesimotercera competencia de esgrimistas es... ¡Delfines marinos!
Algo crujió en el interior de Alexander, dejando caer su careta y su espada. Tantos años de práctica se habían desvanecido en un solo segundo.
Los chicos del equipo tuvieron que detener a Roberto, quien estaba rojo de rabia, gritando.
—¡Están comprados esos malditos hijos de perra!
El entrenador estaba furioso, hablando con los jueces, mientras Magaly intentaba consolar a Daniel, quien, furioso también gritaba.
—¡Están vendidos! ¡No contaron los puntos de Alex!
Tiempo después, con todo y derrota, jalaron al de ojos grises a los vestidores.
—Esos putos estaban comprados y lo sabes, tú estás bien —le dijo Roberto, viendo que Alex seguía en shock, sin hablar.
Lo desvistieron con ayuda de Daniel y le ayudaron a ponerse su ropa mientras todos abuchean a los jueces.
—No os preocupéis, todos saben que has sido el ganador.
Roberto le besó la frente y lo consoló por un rato mientras los demás se cambiaban.
Alexander comenzó a sacar lágrimas en los vestidores. Salió del lugar y entró al cuarto de limpieza, gritando furioso y golpeando las paredes. Se quedó ahí un tiempo mientras todos lo esperaban afuera. Después de un rato salió y se encaminó a su moto, dejando su traje, su espada y a su novio ahí, como si nada más existiese.
El rubio llegó al estacionamiento y lo vio mirando a la nada.
—¿Alex? ¿Quieres hablar de eso? —Lo abrazó preocupado—. Vamos a casa ¿Sí? Ya es tarde.
El hombre lo miró de reojo y se subió a su moto, esperando a su amante sin decir nada. Le dejó tendido el casco para que lo tomara.
[...]
Roberto sentó a Alex en la sala y le dio un beso.
—Entiendo si no quieres hablarme...
—Practiqué para esto toda mi vida... si hubiera ganado, hubiera entrado a los olímpicos y... —Suspiró intentando contener el nudo en su garganta.
El rubio se arrodilló abrazándolo, acariciando su espalda, tratando de consolarlo en silencio.
—Ahora seré un bueno para nada, la esgrima me hubiera dejado dinero y... —Miró sus manos que no paraban de temblar y sus nudillos llenos de sangre por los golpes que había dado anteriormente. —Si tan solo hubiera dado el paso atrás... —Cerró los ojos y los puños—. Si tan solo...
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Let's Forget Our Demons
Подростковая литератураCuando eres joven y has pasado por experiencias dolorosas, es difícil mantener una vida normal sin temores. Alexander Quintana es un universitario que intenta día a día mejorar su vida y demostrarle a todos que no es un simple rostro bonito. Junto a...