Aprendiendo A Ser Papás

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Alicia

—Esto será un completo desastre.

Le lancé el potecito de la cremita para el culo de Riley. Le di en toda la cabeza.

—¡Cállate la jeta! —le saqué la lengua— no es mi culpa que la princesita te haya orinado tu camisa.

—¡Era mi camisa favorita! —se quejó haciendo pucheros.

Rodé los ojos.

—Basta los dos, hay que aprovechar que el agua está a buena temperatura —nos regañó mi cuñis metiendonos un lepe a ambos— okay, primer paso: quitarle las prendas a la bebé. Alicia ya lo hizo y no se le cayó la cabeza o un brazo a mi sobrina así que, bien —esta mmagueva— segundo paso: el pañal.

—Yo lo hice, pero sufrí un accidente —señaló la camisa mojada con pipi— ¿Porqué no me advertiste que luego de quitarle los seguros al pañal debí esperar un momento por sì seguía haciendo pipi?

Julia reprimió una risa.

—Porque sabía que te iba a mear.

Dylan la fulminó con la mirada.

—Mona de mierd...

—¡Hay una niña presente! —le senté un coñazo refiriéndome a nuestra bebé.

Si, cuidado. Riley estaba muy distraída moviendo en un puñado la cadena que Froy le había regalado y no nos estaba parando ni media bola.

—No nos entiende, Riley seguramente nos ve como manchas coloridas que se mueven —dijo y luego miró a la bebé, sonrió como el propio gafo— en fin, ¿Quién podría enojarse con una princesita tan preciosa? ¿Verdad, mi amor? Eres la princesa de papi, ¿Verdad que sí?

Le empezó a hacer cariñitos acercándose a su barriguita desnuda.

—Cuidado le molestas el residuo del cordón umbilical —le advirtió Julia señalando el pequeño ganchito rosa que estaba reteniendo el pequeño residuo que antes nos unía.

—Oh, gracias por mencionarlo... —dijo y en vez de acercarse a darle un beso en la barriga, se acercó a uno de sus piesitos.

—¡Dylan, quítate de ah...! —intenté advertirle pero fue demasiado tarde.

La carajita le terminó meando la frente.

Julia y yo nos reímos durisimo.

—Okay, señorita —Dylan tomó una toallita húmeda y se limpió la cara— oficialmente te acabas de ganar tu primer castigo, Riley O'Brien.

Sonreí con orgullo.

—Esa es mi hija.

Dylan me dió una sonrisa sarcástica.

En ése momento, entraron a la cocina Teresa y Jorjius con los teléfonos. Se suponía que pasarían de visita por aquí antes de ir al trabajo o en el caso de Jorjius, ir a hacerle la vida imposible a alguien en sus tiempos libres mientras dirigía una compañía multimillonaria.

—Diganme que aún no han empezado —pidió mi hermana respirando con regularidad— el viejo ridículo éste nos retrasó en el lobby porque se quería caer a piñas con el portero.

Just The Way You Are || Dylan O'Brien #VGA2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora