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El chico pelinegro se encontraba frente a su jefe casi de rodillas rogándole salir temprano, Jin lo miraba serio, aunque a veces se le escapaban varias risas.

—¡Basta Min! ¿por qué tú apuración de salir temprano?— recrimino— habíamos quedado que hoy te toca a ti y a Hoseok quedarse tarde. Me lo prometieron, es necesario que vaya hoy a ver lo de mi traje para la boda.

Jin se había tomado en serio el apurarse con los preparativos de la boda. Había hecho una cita con una muy buena costurera, les había pedido a sus dos empleados que le hicieran el favor de cerrar el café ellos. Ya que para llegar a tiempo a la cita debía irse temprano.

—Ya lo se y prometo recompensarlo después. Jimin hoy va a salir temprano, en una hora para ser exactos y tiene días que no puedo pasar un tiempo con el.

—Quien diría que Min Yoongi, el chico serio y frío estaría rogando para ir con su novio un rato— se burló su amigo que estaba parado al lado de él.

—Aun no es mi novio— recalcó— pero ya estoy pensado en pedírselo, solo debo esperar el momento indicado.

Ambos amigos de él resoplaron. Esos chicos eran muy lentos, se veía a leguas que sentían algo muy especial el uno por el otro y ya llevaban tiempo tratándose, pero no daban el siguiente paso.

—Si te vas dejarías a Hope solo para cerrar. ¿Tu estás de acuerdo en eso?— preguntó mirando al chico.

La mirada de Yoongi se posisiono sobre su amigo suplicándole que aceptara.

—Ashh, está bien— contesto de mala gana— pero me debes un favor Yoongi.

—Cuenta con ello— con gran emoción abrazo a su amigo.

—A mi también me debes algo Yoongi— dijo Jin— puedes irte pero mañana te tocará a ti ordenar las bolsas de té.

—¿Las de té? Esas son demasiadas— se quejo.

—¿Entonces quieres quedarte?

—¡No!— exclamó— está bien, lo haré con gusto.

...


En el estudio de baile de la escuela de música de Seúl se encontraba Jimin terminando de dar su clase.

Un grupo de doce niños se encontraba viéndolo mientras estaban sentados en el suelo. Había tanto niñas como niños, todos de entre siete y nueve años. Los pequeños veían a Jimin con fascinación mientas él volvía a explicar cómo dar una vuelta con salto.

—Entonces es muy fácil, solo flexionan sus piernas y toman impulsó. Cuando den el salto y estén justo en el aire doblen su cuerpo para dar la vuelta. Al aterrizar de nuevo flexionen las rodillas y mantengan equilibrio.

Los niños exclamaron un tierno “Oohh” cuando Jimin con éxito y de una manera muy fácil logró dar el salto. El chico sonrió enternecido por las voces de los niños. Se sentía muy feliz en su trabajo.

Iba a decir algo más justo cuando la campana sonó, el tiempo se había acabado.

—Bien niños, acabo la clase. Mañanas continuaremos practicando eso. Cuídense.

Alegremente se despidió de los niños con un movimiento de mano y ellos empezaron a caminar hasta la puerta. Los padres estaban ahí afuera esperando por sus hijos. Cada uno tomaba a un niño de la mano y se lo llevaba, todos ahí eran padres muy responsables.

Cuando ya no hubo ningún niño Jimin camino hasta su bolsa donde saco un toalla para secarse el sudor que se le generó al bailar.

Algo brillo en el fondo de la bolsa. Jimin saco su celular para revisarlo y con miedo se metió a sus mensajes. Ahí estaba.

¿?: ¿No planeas contestarme lindura maniática? Vamos Jimin, seguro quieres verme igual que yo. Estoy más cerca de lo que piensas.

Lo más rápido que pudo volvió a apagar el celular y botarlo dentro de la bolsa. Desde ese día en la cafetería Jungkook le mandaba mensajes seguido y el trataba de ignorarlo, sabía que eso no funcionaría pero no sabía que hacer, a quien pedirle ayuda.

Inicialmente pensó en su mamá, incluso esa noche le marco para decirle que Jungkook lo había contactado. Pero no fue de ayuda.

—Jimin, no hay mucho que podamos hacer. No puedes demandarlo te lo he dicho. Cambia de celular o algo.

—Pero mamá, el dinero que ganó apenas alcanza para lo esencial, no puedo comprarme un celular nuevo.

—Entonces no se Jimin, estoy ocupada luego te marco.

Él sabía que ya no podía contar con su madre. Tenía pensado contárselo a Taehyung, cuando tuviera la oportunidad de verlo. Las palabras de Jungkook en su último mensaje le pusieron sus nervios de punta.

“Estoy más cerca de lo que piensas”

No quería ni imaginar que el pudiera andar por ahí, que supiera tan solo dónde vivía o trabajaba.

—¡Ey, Jimin!— lo llamo gritando la voz de un hombre, causando un gran susto en el chico.

—¡Dios mío!— grito mientras daba un salto del miedo en su lugar.

Su corazón le palpitaba fuertemente y el se sostenía esa parte del pecho con la mano derecha. Agitado volteo a ver a quien lo había asustado así.

—Perdón no creí asustarte— se disculpó apenado Yoongi.

—Tranquilo, estaba distraído pensando en… cosas— camino hacia donde estaba el pelinegro, en la puerta del estudio— ¿Qué haces aquí?

—Ten esto— Yoongi le entrego una botella de plástico, era de las que daban en el cafetería, era café frío muy rico, y se había dado cuenta que a Jimin le encantaba— Jin me dejó salir más temprano y quise venir a verte ¿es tu hora de salida, no? Podemos irnos juntos.

—Me parece bien, solo recojo mis cosas y nos vamos.

Jimin se puso a recoger los tapetes del suelo dónde los niños estaban sentados, se aseguro de que sus cosas como llaves, celular y demás estuvieran en su bolsa. Se colocó su gorra y se volteó hacia Yoongi.

—Listo— los dos salieron de aquel lugar. Jimin iba tomando a tragos pequeños el café que Yoongi le dio.

Los dos caminaron hasta la parada dónde tomaban el carro hacia su edificio. El sonido de un mensaje entrando al celular de Jimin se escuchó. Más el no se molestó en revisarlo.

—¿No vas a contestar?— pregunto Yoongi extrañado por la postura tan recta y nerviosa que adquirió Jimin cuando le llegó el mensaje.

El lindo chico no contesto, solo negó sin decir palabra y con la mirada clavada en el suelo. Min sabía que estaba pasando algo.

—Es Jungkook— soltó Jimin. Con una voz cargada de temor— me ha estado mandando mensajes y no se que hacer. Tengo miedo Suga— los ojos de Jimin lastimaron el alma del pelinegro cuando lo vio apunto de llorar.

Sintió su sangre hervir de saber que aquel ser que tanto daño le causó a Jimin había vuelto, sentía el temor de Jimin, y solo deseaba poder ayudarlo.

Yoongi no dijo nada, solo se mantuvo en silencio y abrazo a Jimin fuertemente tratando de que ese abrazo le desapareciera el dolor y miedo. Por dentro se estaba imaginado varios planes para proteger a ese pequeño chico que le gustaba.

"No estamos enfermos Jimin" (Y.M)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora