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284 d.c. - Lanza del Sol, Dorne

Como un hombre que había viajado tanto, pocas cosas lograban sorprenderlo. En sus grandes recorridos había estado con hermosos hombres y bellísimas mujeres, sus placeres siendo saciados. No creía en la inocencia y las buenas acciones, sino en la astucia y la inteligencia. Se volvió un hombre escéptico y poco confiado, puesto que la última vez que creyó en alguien por fuera de sus hermanos, Elia fue violada y asesinada junto con sus sobrinos.

Un tiempo estuvo muy enojado con el Príncipe Rhaegar Targaryen y su Casa; él le había dado al ser que más amaba, a su hermana mayor y este había dejado que destruyeran hasta los cimientos a su pequeña familia. Por un tiempo no pudo ver sus rasgos en la joven Daena, el odio visceral lo atravesaba cada vez que esa niña posaba sus índigos ojos en él.

Un día hablando con su hermano mayor, un hombre sabio y pacífico, más de libros que de las espadas, le informó que había decidido aceptar un tratado de paz con el afamado Usurpador, gracias a la gran diplomacia de su Mano Lord Arryn.

Oberyn, furioso, rompió todo a su paso, tirando desde la fina vajilla que tenía delante hasta las pesadas sillas. Doran esperó tranquilamente hasta que se le pasara esa ola de enojo, una tempestad que nublaba su corazón, antes de hablar.

-Oberyn, esta ira te matará- le dijo una vez que se había parado frente suyo tomándolo de los hombros para que lo mire.

-Estas traicionando a Elia- gruñó el joven príncipe mientras unas gruesas lágrimas se le escapaban.

-Elia está muerta- la Víbora intentó soltarse pero las firmes manos del mayor lo detuvieron- Hermano, tu odio te va a destruir y no la va a traer de nuevo.

>Tenemos que vivir con ello y cuidar a nuestro pueblo que aclama un poco de paz... Y a la niña que es inocente y víctima tanto como Elia.

Oberyn resopló por fin soltándose y se dirigió a la mesa auxiliar a servirse un poco de vino que tomó de un solo trago.

-Esa niña no es nuestra, aunque le tiñas ese maldito cabello; ellos son tan culpables como los Lannister y el Usurpador.

-Hermano- Doran lo observaba con un poco de pena vislumbrándose entre tanta tristeza- Ella también se quedó sin familia esa noche. Nuestra hermana amaba a Rhaegar, y quiso muchísimo a Daena.

El menor resopló intentando tranquilizarse pero no lo logró. Sabía que su hermano tenía razón, a los dornienses ni a la familia Martell le convenía seguir enemistados con King's Landing; y que aquella niña de solo 4 años no era artífice ni cómplice de la muerte de su hermana e hijos. Pero su dolor seguía fresco, a pesar que había pasado ya un año de la batalla donde su cuñado fue asesinado; entendía que si seguia actuando asi solo traería desgracia para su familia, aunque no concebía un modo de calmar su alma sangrante.

-Nunca doblegados, nunca rotos- suspiró, haciendo propio el lema como un mantra para tranquilizarse- Tengo intenciones de irme un tiempo de viaje, como lo había planeado antes de esto...

The golden Dragon /GOT/Donde viven las historias. Descúbrelo ahora