XII

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Lanza del Sol, Dorne

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Lanza del Sol, Dorne

Rogaba a los Siete porque llegará el día de su boda. Las invitaciones de esta rezaban el apellido Dayne acompañando su nombre, y sentía tanta repulsión por ello que no quiso participar del envio.

Suspiró cuando vió la capa de terciopelo negro que fue enviada junto con ella cuando niña, pensando en cuantas veces había soñado con casarse acobigada en ese ropaje de su hermano Rhaegar. Pero eso no era posible, y no se encapricharía con una nimiedad como esa cuando los Martell sacrificaron tanto por su bien.

La dobló con delicadeza y la dejó a resguardo en su inmenso ropero, no era conveniente que la recién llegada princesa Baratheon supiera de su procedencia antes de la boda. Esta había viajado para comprometerse con el Príncipe Trystane, a cambio de que su tío obtuviera un puesto en el consejo real.

Con el correr de los días, y el arribo de los invitados, los rumores de que ella era un dragón comenzaban a circular con más fuerza de lo usual. Su familia no se esmeraba en negarlos, sino que ignorarlos era la mayor estrategia, pues pronto se sabría la verdad. Solo deseaba que eso ocurriera cuando ya estuviera casada, y es que Oberyn no paraba de repetir que Daena Martell sonaba muy bien.

Se recostó en su cama lista para dormir, suplicando en silencio que esa noche pasara lo más pronto posible; sola y desprotegida ante las pesadillas que la seguían aquejando, ya que su prometido estaba confinado en otra torre del palacio como dictaban las costumbres sureñas.

☀☀☀☀☀☀☀

Esa cálida mañana Daena se desperezó en la cama, en la habitación que había sido suya desde niña, observando frente a ella al bello vestido blanco que usaría para el casamiento, junto a una delicada capa del mismo tono perlado.

Tocaron a la puerta y dejó pasar pensando que se trataría de sus doncellas que se presentaban a prepararla para el gran día, pero entró Doran ayudado por un bastón y su leal guardia Hotah. Ella se apresuró a levantarse acomodando una butaca para que su tío pueda sentarse allí, en cuanto estuvo a salvo el guardia le sonrió y salió del lugar.

-¿Daena, no deberías estar ya arreglada?- la oscura ceja de Doran se alzó mientras la joven le sonreía inocentemente.

- Todavía hay tiempo, creo que me esperarán para empezar- comentó risueña acercando otra silla para acomodarse junto al hombre.

-Siempre- le tomó con cariño la nivea mano antes de agregar- Además, ten por seguro que Oberyn llegará último- el mayor hizo una mueca para mostrar lo que lo frustraba la impuntualidad de su hermano.

-¿Qué son esos bastones?- preguntó sorprendida cuando vió el extraño amarre que tenían, por el cual pasaba el brazo del hombre.

-Eso venía a comentarte- sonrió con dulzura tomando su rostro- ¿Sabes que siempre estaré para ti?- la joven asintió completamente segura de ello- También sabes que te amo como a mis hijos- asintió suavemente, sintiendo como se humedecían un poco sus ojos, últimamente estaba más sensible- Lamento que tu hermano Rhaegar no este aquí para llevarte al altar, pero si me dieras ese honor haría mi mayor esfuerzo para cumplirlo.

The golden Dragon /GOT/Donde viven las historias. Descúbrelo ahora