XXIV

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La gran fortaleza frente a ella, que se alzaba protegida por miles de rocas, había sido su lugar favorito en la infancia

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La gran fortaleza frente a ella, que se alzaba protegida por miles de rocas, había sido su lugar favorito en la infancia. Por eso, y por el rugido del mar que sonaba tan diferente a las orillas de Red Keep, reconocía ese lugar como el antiguo hogar familiar: Dragonstone.

Disfrutó brevemente el salubre aroma de aquella isla, observando la Luna llena en todo su apogeo brillar sobre el agua, con dudas sobre que habría sido lo que la llevó hasta allí. Nada quedaba de su Casa en ese territorio tan alejado, había sido tomado hace décadas por los Baratheon.

Pero los gritos de profunda agonía la hicieron entender rápidamente que no había viajado entre sueños por un simple recuerdo. Corrió tan rápido como sus pies y la falda de su ropa de cama se lo permitieron, infiltrándose entre la muchedumbre que como otras veces no lograba verla.

En el centro de la escena una hoguera enorme iluminaba todo a su alrededor, allí los autores de los alaridos que habían perforado sus oídos estaban siendo quemados. Las voces de los espectadores se alzaban en plegarias que calaban sus huesos, ruegos a un Dios que no era misericordioso con aquellos que eran tocados por su fuego.

Daena intentó retroceder, el horror era notorio en sus facciones. Nunca había presenciado el asesinato de nadie, y menos un ritual tan siniestro como el que se desarrollaba frente a sus ojos.

-Señor de la luz- continuaban orando los presentes, la falta de errores en su rezo demostraba que no era la primera vez que ocurría- Muéstranos el camino; tuya es la Luz, tuyas son las estrellas que nos guían...

Sus pies se tropezaron con los bajos de su falda cuando su mirada se encontró con los profundos ojos de la hechicera roja que dirigía el sacrificio.

Se repetía en su mente que nadie podía verla, que nadie debía verla; pero la mujer ataviada de una capa roja a juego con su vestido parecía no solo estar observándola, sino que conocía cada sentimiento hasta el punto más profundo de su alma.

-Escúchenos- recitó, sin despegar la mirada de la joven Targaryen- Acepte estos enemigos de la fe, Señor- y alzó ambos brazos al cielo justo en el instante donde las llamas eran avivadas al engullir la vida de esas pobres personas- Señor de la Luz protégenos...

En ese momento Daena logró abrir los ojos en la habitación del Red Keep, donde la calma nocturna seguía predominando. Pero los gritos de desesperación de las víctimas se seguían oyendo entre los muros, y la voz de la mujer de rojo la había acompañado a King's Landing.

>Pues la noche es oscura y llena de terrores.

Y tras un ínfimo pestañeo, el cuarto donde su amado y ella descansaban se vio invadido por unas llamas incluso más luminosas que las de la hoguera. Todo se incendiaba, las cortinas a su lado, las sábanas que abrigaban a su esposo, los sillones donde desayunaban... Observó con horror como los vidrios estallaban por el calor, y todo lo de metal se derretía como un hielo en verano. El aire a su alrededor empezaba a asfixiarla, el humo ingresaba a su cuerpo intoxicándola con cada respiración.

The golden Dragon /GOT/Donde viven las historias. Descúbrelo ahora