VI

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Oberyn entró a sus aposentos hecho una furia

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Oberyn entró a sus aposentos hecho una furia. Detrás de él, Daena cerró la puerta antes de voltearse a mirarlo.

La Víbora Roja caminaba de una punta a la otra del lugar, intentando no cometer una locura, sus puños cerrados y mandíbula tensa mostraban su clara irritación. Todo lo que se oía allí era el golpear de las botas contra la piedra del suelo y su respiración agitada. Su elegante vestuario dorado brillaba por las velas cercanas, haciéndolo majestuoso a los ojos de la joven.

-Oberyn-susurró ella acercándose, no temía que le hiciera daño sino su actitud imprudente.

-Lo voy a matar- gruñó mientras ponía sus manos en los hombros de la Targaryen.

-Tu no vas a matar a nadie, ¿Entendiste?-le aclaró tomando su rostro y acariciando suavemente sus mejillas. Eso parecía calmar al Martell, quien la observaba tan intensamente que podría derretirla como el calor del fuego.

-Si llega a hacerte algo, tendrá que cruzar el Muro para que no lo asesine- gritó al presionar suavemente el agarre.

Por un momento Daena recordó las palabras de Dayne, la amenaza vibrante en su sonrisa y temió por Oberyn y su volátil carácter.

-No va a ocurrirme nada, solo es otro arrogante.

En sus ojos negros podía ver la determinación por cumplir su cometido, pero también el afecto que le profesaba y eso la hizo sonreír dulcemente.

-No voy a permitir que nada te pase- murmuró al fin más calmo y sus manos descendieron por su espalda hasta depositarlas en la curva de la cadera de la joven, arrimándola a el- Te amo, mi Sol.

Ella lo observaba asombrada por la confesión. Si, a leguas todos notaban el cariño que se profesaban, pero nunca imaginó a la indomable víbora pronunciar algo así. Sus mejillas se tiñeron de un adorable rosa, antes de pasar las manos a su cuello y tirar de su cabello negro para besarlo.

Él se sorprendió gratamente de que primera vez ella tomara la iniciativa de acercarse.

Oberyn no era un hombre tímido ni inseguro, sus años le habían dado la confianza en si mismo y se sabía guapo para el género femenino. Sus amantes fueron muchas, producto de ello su gran descendencia.

Mas la joven Targaryen, con el suave cabello plata y los ojos violáceos que lo miraban con infinita ternura lo desequilibraban, haciéndolo actuar como un adolescente inexperto. No entendía que hechizo le habrían arrojado, pero el calor y las finas curvas de su cuerpo lo volvían loco, cuando un simple toque suyo lograba tranquilizarlo como si domara a la más temible bestia.

Se presionó más contra su cuerpo, y él acarició su espalda por encima del vestido de seda. El beso se fue volviendo más apasionado, Daena por un momento se separó en busca de aire y lo observó con tanta adoración que lo desarmó. Solo atinó a besar todo su rostro, admirando sus delicadas facciones valyrias, mientras sus labios descendían por la curvatura de su cuello. Ella respiró hondo y él logró oír un pequeño gemido que encendió su interior.

The golden Dragon /GOT/Donde viven las historias. Descúbrelo ahora