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295 d

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295 d.c. Los tablones, Dorne

Tras una temporada en Antigua, la Ciudadela y su horrible y monótona rutina lo habían aburrido hasta el hartazgo.

Su carácter, y un desliz que tuvo en su juventud lo habían llevado a ser nombrado la Víbora Roja, y como tal era tan imprudente como indomable. Cansado de esa vida, y ya con los conocimientos que le interesaban, volvió a cruzar el Mar Angosto para unirse a los Segundos Hijos, quienes siempre lo recibirían con los brazos abiertos.

Tuvo la desafortunada oportunidad de cruzarse con el heredero Targaryen, con quien pactó el compromiso con su hermana menor; a pesar de que ese inútil, como había comenzado a llamarlo Oberyn, pensaba ser él que orquestó aquello.

Cada tanto recibía la visita Ellaria, una mujer exótica y con un carácter seductor que se amoldaba bien al suyo. Con ella y otras hermosas damas había tenido varias hijas bastardas que se encargó de que fueran bien cuidadas en su amado Dorne. Ella lo miraba desde el otro lado de la proa del barco, mientras descendían los primeros marineros a tierra firme.

Luego de varios años sin pisar su tierra natal, volvía solo por el expreso pedido de su hermano mayor Doran.

Bajó de un ágil salto acercándose con un paso distendido hacia la comitiva que lo esperaba, poco sorprendido de que ahí no estuviera Doran.

-Príncipe- todos allí hicieron una reverencia- Nuestro Príncipe lo espera en los Jardines del agua junto a Lady Daena.

Los ojos de Oberyn brillaron sin que este quisiera, algo completamente involuntario, mientras una sonrisa se le escapaba.

-Será un gusto- le dijo al guardia a la par que su amante lo tomaba brazo para comenzar su recorrido a casa.

Jardines del Agua, Dorne

El Príncipe Martell la había mandado a llamar a su habitación privada. La Septa que cuidaba de su prima y ella se lo informó en cuanto piso el pequeño salón de las mujeres ubicado al lado de la biblioteca.

Doran normalmente se encontraba en su despacho, el cual contaba con una bella vista del jardín, y más allá las azules aguas del mar. Pero últimamente salía poco de su habitación debido a esa atroz enfermedad que no hacía más que desgastar su salud y ánimos.

Daena, ya de quince días del nombre cumplidos, caminaba tranquilamente hacia allí cuando cruzó en su camino al hermano menor de los Martell.

Este en cuanto la notó le sonrió seductoramente mientras se inclinaba en forma de saludo, por lo que ella le respondió con una reverencia.

-Buenos días Daena ¿Te diriges a los aposentos de mi hermano?

Asintió avergonzada, no acostumbraba a que nadie le hablara con tanta familiaridad; sumado a que a su edad todavía no sabía como actuar en frente a otros hombres que no fueran Doran y Trystane. Mucho menos frente a Oberyn, que luego de estar lejos de los Jardines de Agua durante una temporada había vuelto más apuesto.

The golden Dragon /GOT/Donde viven las historias. Descúbrelo ahora