XIV

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Paso del Príncipe, Dorne

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Paso del Príncipe, Dorne

El desierto había sido un mítico lugar lleno de serpientes y grandes tormentas de arena que imaginaba en los libros cuando niña. Al ser más grande, Oberyn la llevaba a recorrer las grandes dunas a lomo de su negro caballo de cola rojiza, contándole historias de su pueblo y leyendas sobre antiguos monstruos.

Así que cuando Doran les propuso enviarlos en una embarcación a King's Landing, Daena se negó, pensando que su viaje sería tan maravilloso como esas esporádicas visitas con su amado. Además, últimamente no se sentía bien, y aunque no se lo pudiera contar a ninguno de los Martell, resultaba ser que los viajes en mar no le sentaban a su estómago.

Pero luego de largos días de solo ver horizontes de arena dorada como el mismísimo Sol, rogaba volver el tiempo atrás y aceptar. Claro, un mes atrás nunca había imaginado que el sofocante calor del desierto que acababan de cruzar, y la humedad que imperaba en laa siguientes millas producto de las lluvias que no pudieron esquivar, podría acabar con cualquiera.

Suspiró agotada cuando la ayudaron a bajar del carruaje, el cual se juró que nunca más pisaría. Las demás damas que la acompañaban no hacían más ameno el viaje, pues, o eran ex amantes de su esposo o demasiado estiradas para aceptarla como su superior. No sabía a quienes prefería, pero estaba segura que si tuviera posibilidades se arrojaría del carro en movimiento.

-Mi lady- un soldado dorniense, con su brillante traje y lanza, tomó con delicadeza su mano para que no tropezara en la escalera al descender- El Príncipe la espera para el almuerzo.

La oscura mirada del hombre estaba encuadrada por un dorado turbante que contrastaba con su piel morena. Pensó si sufrirían mucho el calor con esos ropajes, pero sacudió la cabeza cuando notó que le costaba no distraerse.

Mirah se posicionó a su lado, observándola con preocupación ante el evidente mal humor, y la guió hacia la pequeña mesa que habían dispuesto debajo de una tienda para su comodidad. Su piel agradeció la sombra y rogaba que pronto le sirvieran algo fresco para apaciguar el fuego que sentía en su estómago.

Oberyn tenía estirado un mapa arriba de esta, y los abanderados le mostraban algo sobre el recorrido, de lo cual ya no quería oír más. Habían partido hace una semana, pero por las tormentas todavía no lograban salir de su territorio. Una vez pudieron sobrepasar los fuertes vientos que imposibilitaban ver por la arena volando, el aguacero les impedía seguir camino.

-Amor- Daena lo llamó mientras se acercaba lentamente.

Los oscuros ojos del Martell brillaron cuando enfocó la vista en su esposa, olvidando que el resto de los hombres seguía allí. Se aproximó velozmente y la rodeó entre sus brazos, suspirando cuando la tuvo cerca- Pueden retirarse.

Percibieron los pasos de sus acompañantes alejándose pero ninguno abrió los ojos para verificarlo, demasiado absortos en la calidez de sus cuerpos.

The golden Dragon /GOT/Donde viven las historias. Descúbrelo ahora