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Jardines del agua, Dorne

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Jardines del agua, Dorne

El Sol calentaba fuertemente el rosado mármol esa mañana, su vista estaba tan cansada que el brillo que despedía la piedra bajo sus pies la cegaba por momentos. Aun así estaba feliz de estar en casa.

En cuanto se encontró en el patio central del palacio veraniego, el fiel guardia de su tío hizo acto de presencia.

-Mi lady, nuestro Príncipe solicita su presencia en su oficina.

Daena estaba exhausta de tan largo viaje, sus pies dolían dentro de los incómodos zapatos y lo único que deseaba era quitarse ese vestido lleno de tierra y arena para poder darse un baño, mas luego dormir un día completo. A pesar de eso asintió, siguiendo al alto hombre por los cálidos pasillos del lugar.

Cuando estaban cerca de la puerta notó a Hotah nervioso, la miraba de reojo y eso la hizo preocuparse más.

-¿Qué hiciste pequeña?- le preguntó antes de que ella se perdiera en el despacho; ya no con esa sonrisa cómplice que usaba cuando tenía que salvarla de alguna travesura en su niñez, sino con un deje de decepción.

-¿En qué pensabas, Daena?- gruñó el príncipe en cuanto entró a la habitación.

Doran era un alguien pacífico, su carácter distaba mucho del de su hermano menor, podía esconder bien sus emociones y siempre demostró ser racional. Pero cuando Daena lo vió, adolorido física y emocionalmente por su engaño, con las arrugas de la edad surcando su rostro moreno y una expresión dura en este, supo que lo había lastimado. A él, al hombre que la cuidó sin ser nada suyo, y por primera vez en un buen tiempo tuvo ganas de llorar.

>¿No piensas contestarme? Bien.

Doran se levantó con esfuerzo de su asiento, pero se tuvo que dejar caer nuevamente con un quejido de dolor.

-Lo siento mucho, yo...- pero la joven no lograba articular sus pensamientos para expresarlos.

-¿Qué sientes?-inquirió casi en un grito asustando a su protegida que dió un salto en su lugar.

Respiró hondo tratando de tranquilizarse, no haría ningún bien tomar ese rumbo en la conversación.

-Siento haberte mentido. No lo merecías.

-Claro que no lo merecía- replicó tomando el puente de su aguileña nariz, frustrado- Pero por lo que debes disculparte es por haber ido hasta allí.

-Por eso no me puedo disculpar- contestó segura, pero restregaba las manos en las faldas de su vestido.

-¿Sabes que haces eso cada vez que estás nerviosa?- el príncipe un poco más calmado agregó-¿Se puede saber a qué fuiste?

-No puedo decírtelo- sus ojos llorosos lo sorprendieron, la última vez que la había visto en ese estado fue cuando soñó la muerte de Oberyn.

-¿Es decir, te pusiste en peligro y nos arriesgaste a todos por algo que ni puedes argumentar?

The golden Dragon /GOT/Donde viven las historias. Descúbrelo ahora