III

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296 d.c. Jardines del Agua, Dorne

Ese día el Sol brillaba con más intensidad que el resto de las mañanas. Daena tareareaba una canción infantil que gustaba de cantar a los niños de los Jardines. Mientras, sus doncellas le sacaban el camisón blanco que usaba para dormir, encaminándola hacia la tina que acababan de llenar.

La joven rebosaba de felicidad, ese día festejarían sus dieciséis días del nombre, y le habían informado que tanto sus primos como Oberyn asistirían.

Una sonrisa se formó en el niveo rostro de la Targaryen, pensando en su prometido. No lo había visto hace unas semanas, y ya lo extrañaba. Sabía que no era amor lo que sentía por el, pero sus atenciones y su creciente interés en ella la fueron seduciendo; era una chiquilla inexperta surcando su primer romance.

Se sumergió en el agua templada; todo su alrededor olía a los aceites cítricos que dispusieron para su baño, y se estiró todo lo que pudo mientras su cuerpo iba mojándose.

Su plateado cabello se notaba ya en las raices y con los baños estaba decolorándose, por lo que ya era hora de volverlo a teñir. Una de sus doncellas trajo un pequeño cuenco con la tintura marrón, la cual extraían del otro lado del Mar Angosto de un árbol frutal, por ello su exquisito aroma.

Tomó su largo cabello para comenzar a pintarlo por las puntas; en tanto ella disfrutaba de como sus músculos se relajaban de a poco, cuando escuchó un quejido.

Se dió vuelta y observó que la mujer que la estaba atendiendo sostenía su mano con restos de pintura y aullaba de dolor.

-¡Ayuda! -gritó Daena sin entender que ocurría.

La mano de esta se fue poniendo roja bajo los tintes a la vez que pequeñas grietas azuladas empezaban a surcarle el cuello. Intentó acercarse pero la doncella le rogó que se quedara quieta, antes de que un ataque de tos la hiciera escupir sangre. Empezó a sacudirse violentamente, su tos cada vez era más constante, salpicándose de sangre.

-¡Auxilio! , por los Dioses- los gritos de la Targaryen acompañaban a los agónicos alaridos de la otra.

Oberyn entró corriendo a la habitación notando como la joven que cuidaba a su prometida caía inconsciente, con las manos y el cuello manchados de sangre y una tintura.

Encontró a Daena llorando dentro de su bañera sin querer moverse.

-¿Qué ocurrió?-intentó acariciar su rostro pero lo esquivó.

-Ella me tocó y... Y... -hipeaba mientras lágrimas seguían cayendo de sus violaceos ojos.

Su oscura mirada recorrió el lugar notando el cuenco volcado que contenía restos de la misma tinta que tenía la doncella, la cual ya no respiraba.

Sacó de su bolsillo un pañuelo con el Sol y la Lanza bordados en dorado, y con este tomó con cuidado el recipiente, que además de su característico aroma frutal despedía un olor amaderado, el cual reconoció rápidamente.

The golden Dragon /GOT/Donde viven las historias. Descúbrelo ahora