VII

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No volverían a los Jardines del Agua hasta dentro de algunos días, para lamento de la joven

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No volverían a los Jardines del Agua hasta dentro de algunos días, para lamento de la joven. De sus primos, el único que quedaba en la capital tras dos noches de los festejos era Trystane, puesto que Arianne había sido solicitada por su madre en Norvos en cuanto salió el sol al día siguiente.

Esa mañana las nubes tapaban los rayos solares, otorgando un poco de reparo para el terrible calor que asolaba el Palacio ese verano. Daena transitaba los pasillos mientras intentaba recordar el último invierno, pero estando tan al Sur el cambio de las estaciones solo se lograba sentir, y levemente, por las noches donde el clima en los desiertos dornienses se volvía más fresco. En alguna ocasión había notado que sus doncellas cambiaban sus delicadas cortinas por algunas más pesadas que evitaran los vientos entraran desde los incontables balcones.

El leve tintinear de las inscrustaciones metálicas en su vestido llamaban la atención de las personas a medida que avanzaba por las iluminadas galerías.

Su mente estaba dispersa en miles de pensamientos arremolinados entre sus blanquecinas hebras. Su prometido le había informado que esa mañana se encontraría con Ellaria Sand y varios vasallos en el desayuno, puesto que Doran aprovechó la ocasión para reunir a los de su Consejo, con lo que no podía mantener un diálogo frecuente.

Cuando llegó al comedor principal, donde la cabeza de la familia se encontraba sentado en el centro de la mesa, extrañó inmediatamente sus tranquilas comidas en los Jardines rodeados de plantas y piscinas. Lord Wil se apresuró a correr su silla para ayudarla a sentarse, quedando frente a la ex amante de Oberyn. Pronto su Príncipe apareció a su lado, y tras un suave beso en la frente, comenzó a desayunar.

La conversación rapidamente se corrió de la economía regional y derivó en pequeñas pujas entre los invitados, con los poco sutiles comentarios de Ellaria que Daena no creía poder soportar mucho más.

Un sirviente se acercó con una nota al jefe de la casa Martell, quien tras abrirla se quedó pasmado.

-Falleció Jon Arryn-comunicó a los presentes apesadumbrado- Parece que el Rey viaja hacia el Norte para pedirle que lo suplante Stark.

Todos sabían que Doran compartía los principios de la paz con la vieja Mano del Rey, gracias a lo cual los dornienses vivían en buenos términos con la Corona hacía años. Los murmullos aparecieron enseguida, todos los hombres creían tener una opinión fundamental y certera sobre el tema.

-Y ahí va el último gramo de cordura del Rey- comentó Oberyn distraídamente mientras bebía un trago de vino, pero se preocupó al ver a su amada tan abstraída de todo.

Los ojos violaceos de Daena estaban fijos en un lugar más allá de los muros del Palacio. En su mente no dejaba de repetir el extraño sueño que aún intentaba entender sobre el águila; las imágenes atacaban su cabeza generándole jaqueca. La carta de Lord Varys no mentía, pero no terminaba de comprender que significaría el lobo muerto a manos del ciervo.

The golden Dragon /GOT/Donde viven las historias. Descúbrelo ahora