¡Ey!

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Para Chico... Te extrañaré pequeño amigo

Alemania se movió levemente para atrás, así evitaría que los demás voltearan a verlo, le dió mucha vergüenza verse así y que los demás lo vieran... Pequeño, abandonado... Indefenso.

No sabían cuánto debían esperar para volver a encontrarse con México. China estaba seguro de que había visto figuras moverse en los recuerdos en pausa, y aquella vez en el salón de baile, no importaba que tan drogada estuviera México, la México que les hablo se refería a ellos, podía verlos y escucharlos.

Lo primero que notaron del nuevo recuerdo fue un sonido, madera contra madera, era fuerte y llenaba todo el lugar.

Cuando pudieron ver en su totalidad se fueron cuenta de que estaban en el patio de la casa de México, todo parecía sacado  de hace siglos pero también era nuevo, fino y bien decorado.

Había un pedazo de tierra muerta (que aquellos que visitaban seguido la casa de México sabían que ella de había encargado de llenarlo de flores y cosas bonitas), ahí estaba los dos "españoles", Nueva España se veía como un niño humano de unos 12 años, estaba sosteniendo su espada de madera con bastante fuerza, se le veía cansado (o cansada, para el caso), Imperio Español estaba frente a él, con su espada de madera desenfundada y atacando.

Estaban felices, era como ver a un padre jugando con su hijo, Imperio Español se contenía a la hora de atacar a su hijo, se notaba que su intención no era lastimarlo, si no enseñarle.

España está enternecido, recordaba claramente esos momentos con sus hijos americanos, y los apreciaba bastante, cuando descubrió América y se volvió el padre de Nueva España, tuvo que pasar mucho de su tiempo en el nuevo mundo, criandolo hasta que se volviera una colonia bien formada y fuera capaz de tomar sus decisiones.

Para todos (menos el español) era nuevo ver a esta versión de México tan... Chiquito, y feliz, Reino Unido y Francia, que son, además de España, los que lo habían conocido más joven, nunca lo vieron así, sabían que existía, claro, y ellos también querían formar sus colonias en el nuevo mundo, pero no lo tuvieron frente a ellos hasta que Nueva España fue algo mayor, humanamente aparentaba unos 18 años, pero tenía más, muchos más, como les pasaba a ellos, algunos envejecían más rápido, otros más lento.

   -Muy bien Nueva España, nos tomaremos unos minutos para descansar-

Ambos bajaron sus armas, Nueva España se dejó caer en el suelo, la combinación de su sudor y tierra había manchado su pulcra camisa blanca como la nieve.

Imperio Español sonrió y fue a sentarse al lado de su hijo.

   -Lo has hecho muy bien-

Se sentían agotados y pegajosos, pero el orgullo que lleno su pecho fue suficiente para dejar las demás sensaciones atrás.

   -¿De verdad lo crees padre?-

Había emoción en su tienda voz, de verdad quería hacerlo sentir orgulloso.

   -Claro que si pequeño-

Y le revolvió su manta de cabellos blancos como la nieve y rojos como la sangre.

Nueva España se abalanzó contra su padre para darle un fuerte abrazo, que su padre, obviamente, correspondió con el mismo cariño.

Al ver esto, al España real se le salieron unas pequeñas lagrimitas, el también atesoraba esos recuerdos en su corazón.

Cuando cambiaron de recuerdo estaban en la oficina donde se llevaban a cabo las juntas oficiales de la ONU, pero extrañamente todo se movía, balanceandose de un lado al otro con suavidad. Sus cabezas dolían y todo se estaba haciendo más borroso.

A Través De Las MemoriasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora