Altas Peleas

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El recuerdo se acabó cuando México salió de la habitación, segundos de silencio inundaron la creciente obscuridad que los rodeaba, el eco de una risa infantil recorrió todo el lugar, seguido de unos apresurados pasos que desparecieron en el tiempo.

España se tomó unos segundos para pensar bien todo lo que acababa de ver, si bien México siempre tuvo una facilidad casi insultante para saber lo que quería o nececitaba, nunca se imagino que pudiera leerlo así de fácil, ni que sus palabras pudieran malinterpretarse de una forma tan horrible, en su momento, el había amado a Azteca, pero eso fue hace muchos siglos y con el tiempo pudo superarla para seguir con su vida.

Argentina también estaba algo metido en su cabeza, su intención no era que México se sintiera sola, si no todo lo contrario, que soltará el pasado para que perdonará y cayera en los brazos de la familia que todavía quería y que la amaba con todo el corazón.

Me encantaría decirte que Rusia también estaba pensando algo super profundo, pero no es así, él solo podía pensar en lo maravilloso que le quedaba ese traje a la Mexicana. Después de todo, ahora estaba bien, era una chica, no un chico, así que no estaba mal que el pensará en lo bonita que era, y en como su corazón se aceleraba cuando estaba cerca de ella y empeoraba a la par que le sonríe.

Los demás no eran nadie para juzgar lo que acaban de ver, ya sea, porque habían participado en eso, no lo habían evitado o simplemente no estaban tan relacionados con la familia como para hacerlo.

Aunque Francia estaba bastante enojado, si, quería a México como si fuera su hijo (¿Hija?) y tampoco le agradaban los verdaderos padres de México (aunque no los hubiera conocido) ya que la latina inconsientemente no paraba de compararlos con frases como "la comida de mis padres..." "La ropa de mis padres..." "Mis padres esto..." "Mis padres aquello..." "Mis padres lo otro", comentarios dónde, claramente ni él ni España estaban incluidos, nunca había obligado al tricolor a llamarlo padre ni nada por el estilo, pero aún así dolía un poco esa clase de comentarios, aún si la mexicana no los decía para insultarlos, ella simplemente adoraba el recuerdo de sus anteriores culturas.

La obscuridad se fue, dejándolos a Merced del recuerdo más soleado que habían visto hasta ahora.

Ropa deportiva bastante holgada, su blusa era con mangas delgadas y permitía ver el top deportivo que llevaba debajo, sus tenis rojos como el fuego eran muy flexibles.

Frente a ella estaba Sinaloa, vestida de forma similar, con sus manos cubiertas por varias capas de vendas.

   -Tienes que quitarte ese miedo, vas a ganarles-

Sus palabras los tomaron por sorpresa, estaba sería, más seria de lo que nunca la habían visto, sus brazos cruzados sobre su pecho.

   -Ellos son mucho más altos que yo, más grandes, más fuertes... Deberías de mandar a alguno de mis hermanos-

Sinaloa bajo la mirada a sus pies, lucía decaída y algo temerosa, contrastando bastante con la imagen que obtuvieron de ella al llegar a tierras mexicanas.

Su corazón dolía, por alguna razón sentían que había sido su culpa que ella se sintiera así, probablemente era el sentir de México, pero cada vez sus sentimientos eran más fuertes y eso hacía imposible el ignorarlos.

En un parpadeo México se agachó, tomo vuelo y lanzo una patada directo a la cara de su hija, era fuerte, era rápida y sintieron los músculos de su pierna derecha tensarse ante el esfuerzo.

Cómo reflejo Sinaloa levanto sus dos brazos y se cubrió, deteniendo aquella potente patada, para nadie era un secreto la fuerza física de la latina, al igual que su habilidad para pelear, sus cinturones y medallas eran prueba más que tangible de eso (además de los golpes que cada uno de ellos se había llevado).

A Través De Las MemoriasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora