El 68

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Eventualmente el recuerdo se apagó, regresandolos a la obscuridad, era extraño, estar rodeado de negro por todos lados tendía a ser tenebroso y a veces les daba la sensación de estar flotando, pero era el único lugar donde las emociones ajenas no afectaban las suyas, ya fuera de felicidad y amor o asco y tristeza.

Ahora se encontraban de regreso en la cocina de la Mexicana, vestía con unos shorts playeros y una camisa larga, movía sus caderas al compás de la música que salía por su radio.

Cuando miraron al rededor notaron propaganda de los juegos olímpicos de ese año, serían llevados a cabo en México, así que es normal que ella estuviera tan feliz, era una buena oportunidad para el turismo y que los demás conocieran sus tierras.

Internamente y aunque nunca se lo contó a nadie, todavía le daban algo de miedo los extrangeros, la Xenofobia de su gente para ella era el sentido literal de la palabra, pero estaba trabajando para dejar de sentirse así, y que mejor que unos juegos olímpicos, dónde recibiría miles de visitantes a sus tierras.

Un gran dolor atacó la cabeza de México, y por consecuencia la de los países que estaban viendo ese recuerdo.

México sacudió su cabeza, como tratando de sacar el dolor, recordaba que Ejército Mexicano le había dicho que era probable que sucediera, pues estaban teniendo unos problemas menores con las manifestaciones.

   -Dijo que me quedara en casa, pero creo que mejor iré a la oficina, con los juegos tan cerca no puedo perder ni un solo dia-

Tenían un mal presentimiento, pero no era totalmente suyo, pues México también lo tenía.

A la par que llevaba un taco a su boca, con su otra mano marcaba en su teléfono de rueda, sabían que estaba llamando a la casa de su capital.

Arrugó el entrecejo mientras masticaba y marco otro número, el de Ejército Mexicano, pero tampoco respondió.

Algo apurada termino de comer, ese mal presentimiento seguía creciendo junto a los dolores de cabeza cada vez más constantes.

Subiendo las largas escaleras a toda velocidad sentía que las cosas iban mal, para ese momento Distrito Federal (actual Ciudad de México) debería de estar en oficina, siempre respondía sus llamadas.

En su afán de subir rápido por las escaleras, mezclado con sus dolores de cabeza, tropezó en los últimos escalones y se pegó de cara contra el suelo.

Pero poco o nulo caso le hizo, ya que siguió con paso veloz hasta su cuarto, dónde se cambió y maquillo para adquirir sus característicos rasgos masculinos.

Aunque fue apresurado, por primera vez notaron como es que México lograba engañar a todo el mundo, su maquillaje tricolor estaba hecho para recalcar y a veces recrear, rasgos típicamente masculinos, su ropa y corsé ayudaban a difuminar su silueta de pera invertida y hacerla pasar a un triángulo invertido (más característico de los hombres), todo era escogido hasta el último detalle, incluso ropa que parecería casual, estaba puesta para parecerlo, pero también para no acercarse casi nada a algo femenino.

Salió corriendo de su habitación y en lugar de bajar por las escaleras, se deslizó por el barandal, tomo un maletín que estaba al lado de la puerta y corrió a un auto, dónde un desprevenido chófer salto del susto, normalmente su representación tardaba más en salir.

   -Al distrito, rapido-

Su intención no había sido el ser grosera, pero estaba tratando de lidiar con su dolor de cabeza, no lo entendía, unos días antes había estado bien, de maravilla, su gente unida de forma pacífica para pedir algo.

A Través De Las MemoriasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora