Cuando era pequeño , mi padre me contó una historia, una historia que iba de caminos y decisiones . Y que cada rincón podía ser un nuevo descubrimiento o una nueva decepción; esa historia, como tantas otras que me contó, se quedó grabada en mi cabeza.
Me convencí de la realidad de sus palabras.
Pero ahora que lo pienso, mi padre estaba equivocado:
Llega un momento en el que tu camino se estanca , que puedes ver por dónde sigue , pero hay un gran acantilado en medio. Y te quedas ahí, parado entre una caída segura y una triste monotonía, aprendes a evitar a las bestias, aprendes a convivir con el viento , con el dolor, con el frío. Y llega un momento, en el que, inconscientemente, te consideras feliz , y no, no lo eres . Y lo sabes . Pero es mejor no arriesgarse a perderlo todo, solo por una efímera felicidad, una efímera felicidad que acabaría en otro acantilado sin salida.Y ahí. En ese acantilado, mirando hacia la primavera , vivía yo, en un eterno invierno.
'—Eres un idiota, ¿Sabes?.
— Fleps.—'