CAPÍTULO XII

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Habían pasado dos días desde el plan de fuga del egipcio para sacar a Zulema de la cárcel y ahí estaba de nuevo la mora, mirando como abrían las puertas del camión policial, y dejando ver los grandes muros de hormigón de ese agujero

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Habían pasado dos días desde el plan de fuga del egipcio para sacar a Zulema de la cárcel y ahí estaba de nuevo la mora, mirando como abrían las puertas del camión policial, y dejando ver los grandes muros de hormigón de ese agujero. De nuevo se encontraba en Cruz del Sur. El plan había fracasado estrepitosamente y Zulema conocía a los culpables. La familia de Macarena Ferreiro estaban metidos hasta el fondo de sus asuntos y lo peor es que habían conseguido capturar a su amado. Lo había comprobado en el hospital, cuando realizó una llamada a Hanbal y la persona que había contestado era la madre de la rubia.

—¡Chicas, que la reina mora ha regresado! 

—¿Qué pasa mora, te han cocido como un langostino? 

—Jodete, puta. 

—Por Yolanda. 

En toda la galería se gritaban improperios e insultos contra Zulema, mientras ella caminaba con dificultad. Las presas creían que ese accidente había sido por venganza, debido a lo que le había pasado a Yolanda y se alegraban por ello.
Zulema mientras las ignoraba, ni siquiera las miraba y avanzaba tranquila hasta su celda. Le daba igual lo que todas esas desgraciadas gritaban. Ahora mismo, su cabeza era como una puta noria, dando vueltas para crear un plan para poder salir de allí de nuevo y esa vez definitivamente. 

—Hogar, dulce hogar. —dijo en la puerta de su celda. Mara también estaba allí sola, en su cama, leyendo un libro. Ésta la miró y acto seguido dejó el libro a un lado, mientras se sentaba para mirar a la mora. 

—¿Cómo estás? —preguntó. 

—Achicharrada. —expresó mientras encogía sus hombros. 

A Zulema no se le había olvidado el hecho de que Mara sabía que la supuesta agresión con la plancha, no había sido una agresión, si no que se lo había hecho ella misma. En todo el camino en dirección al hospital, no había pensado en Hanbal, ni en la supuesta fuga; había pensado en ella, en su compañera de celda. En esa chica misteriosa que no había conseguido descifrar ni averiguar nada de ella y en cambio, ella conocía más a la mora de lo que realmente le gustaría. 

La mujer daba pasos lentos hacia su litera, debido a que las quemaduras todavía estaban muy recientes y le rozaban con la tela del uniforme amarillo. 

—¿Te duelen?

—Que va, camino así porque me parece más divertido. —el tono sarcástico que había utilizado, había hecho que Mara se riera de ella. Zulema imitó su risa, mientras intentaba subir a su litera. Al tener que subir las escaleras, las quemaduras le tiraban y le dolían más de la cuenta. Una mueca de dolor hizo que se compañera tirara de su brazo y la hiciera bajar de las escaleras.

—Estate quieta anda —ordenó Mara, mientras agarraba su brazo y la echaba para atrás— Acuéstate en mi cama. Hasta que se te curen, haremos un cambio. 

𝐅𝐔𝐄𝐑𝐀 𝐃𝐄 𝐂𝐎𝐍𝐓𝐑𝐎𝐋 ~𝘻𝘶𝘭𝘦𝘮𝘢 𝘻𝘢𝘩𝘪𝘳Donde viven las historias. Descúbrelo ahora