CAPÍTULO XXI

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Es extraño cuando después de haber vivido lo que había parecido una película de acción y haber conseguido huir de los malos, tienes la continua sensación de que todo es un maldito sueño y que en cuanto menos te lo esperes, volverás a abrir los ojo...

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Es extraño cuando después de haber vivido lo que había parecido una película de acción y haber conseguido huir de los malos, tienes la continua sensación de que todo es un maldito sueño y que en cuanto menos te lo esperes, volverás a abrir los ojos en ese infierno de hormigón, vestida con uniforme amarillo y encerrada como un periquito en una jaula. 

Mara no paraba de darle vueltas a esos pensamientos. Acababan de conseguir llegar a Marruecos. Todo parecía estar llendo como lo había planeado la mora, con el pequeño detalle de que Ferreiro había matado por accidente, en un forcejeo, a la presa desconocida. Estaban todas juntas, a salvo, en una casa a pie de mar, acogedora y cálida; justo lo contrario a Cruz del Sur. 

—El transporte llegará en cuatro días. No quiero que ninguna se aleje más de cincuenta metros de aquí, —la mora hablaba intentando transmitir tranquilidad, aunque Mara empezaba a conocerla y pudo percibir algo que no estaba llendo según lo planeado. Todas las demás presas la escuchaban con atención—: eso quiere decir que no pueden subir al pueblo y hablar con nadie. Está terminantemente prohibido usar el teléfono. Como alguien la cague, está muerta. ¿Todo claro? —sentenció mirando a Ferreiro. De todas las que estaban allí, Macarena era la más probable que cometiera la traición. 

—Claro, clarinete. —dijo Saray, con el toque de humor que todas necesitábamos. El nivel de tensión que llevaban a sus espaldas, era superior a lo aconsejable. Las demás solo se limitaron a asentir. 

—Pues hasta que vengan a buscarnos, a disfrutar. Seremos cinco amigas disfrutando de unas minivacaciones. 

Saray estalló de alegría, contagiando esa alegría a Casper. Ambas mujeres salieron corriendo de la casa en dirección al mar. Ni siquiera esperaron a tocar primero el agua o disfrutar de los rayos de sol que rozaban su piel; se limitaron a arrancar sus ropas y meterse al agua, gritando y disfrutando de la tan ansiada libertad. Macarena las siguió muy por detrás de las otras, ésta iba caminando despacio, buscando la opción de poder huir pero sabía que era imposible; si siquiera lo intentaba, iba a ser mujer muerta. 

Luego estaba la mora, Zulema, que ni siquiera respondió a los gritos de alegría de su amiga cuando la instaba a que fuera con ellas. La pelinegra se alejó al punto más alejado de la playa, donde pudiera disfrutar de un momento de intimidad y soledad. Mara la observaba desde la puerta de la casa. La playa no tenía el suficiente tamaño como para poder perderse en el campo de visión de la chica. Se fijó un poco más en ella y a su parecer la veía afligida, apenada y triste; parecía que lloraba, mientras se iba metiendo en las gélidas aguas con toda su ropa. Una reacción propia de cuando pierdes a alguien que quieres en tu vida. Mara lo pensó más detenidamente, y le vinieron a la cabeza las imágenes de la bolsa con todo el dinero que Zulema no había soltado hasta llegar a la casa. Pensó en que ese dinero probablemente era el famoso dinero de Yolanda, los nueves millones de euros y si ese dinero estaba allí y no había ni rastro de Hanbal, lo más probable es que la mora lo habría vendido a alguien para así conseguirlo. Zulema lloraba por el egipcio, se lo habían cargado, Castillo estaría buscando a un fantasma. 

𝐅𝐔𝐄𝐑𝐀 𝐃𝐄 𝐂𝐎𝐍𝐓𝐑𝐎𝐋 ~𝘻𝘶𝘭𝘦𝘮𝘢 𝘻𝘢𝘩𝘪𝘳Donde viven las historias. Descúbrelo ahora