¿Cuál es el momento, en el que decides mandar todo a la mierda y poner en riesgo la vida de ensueño que creías tener? ¿En qué preciso momento te das cuenta, que todo lo que creías bueno, era malo, y viceversa?
Mara Soler, ex miembro reconocido del...
A partir de aquí comienza el irremediable final de esta historia. Disfrutad.
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Es admirante como la vida te muestra casi todo lo que en un momento deseas y cuando estás apunto de conseguirlo todo, cuando tienes la miel en los labios para saborear eso que tanto deseas, de repente, todo tu alrededor se desmorona. Todo se cae y vuelve eso de lo que estabas huyendo, vuelven esos sentimientos que tanto desprecias y vuelve esa sensación de asfixia por no tener tu vida bajo control.
Mara se había levantado con todo eso relatado en su interior: ahogada, agobiada y desesperanza da. Aunque no podía exteriorizarlo y eso es lo que le golpeaba continuamente a cada segundo de tiempo que pasaba. No podía dejar ver a las demás presas que estaban ante sus últimos segundos de libertad. Hacerlo significaría que sospecharan de ella y antes de que llegara Castillo estaría tirada en el suelo con un tiro en la cabeza.
Todo por culpa de Ferreiro, la puta rubia. Ella había sido la que había metido un teléfono móvil en la casa, la que había puesto casi en bandeja a la policía su ubicación. Si ella nunca hubiera ido... Si el día de la fuga en Cruz del Sur le hubiera metido un planchazo en la cabeza estarían ante las últimas horas para ser libres por completo en otro país y con otra identidad.
La odiaba, y no sólo por el hecho de haberlas traicionado, si no porque había obligado a la espía a hacer lo que había prometido no hacer, delatar la ubicación exacta. Nunca se hubiera planteado hacerlo, no estaban entre sus planes de verdad. Pero estando en la situación que estaban, se encontraban en un barco hundiéndose y había que mirar por sobrevivir ante tal catástrofe.
La mora no lo entendería nunca aunque ella misma hubiera hecho lo mismo, pero no toleraría que se lo hicieran a ella. Por lo que si lo descubría, Mara estaría en peligro y Cruz del Sur sería una ratonera lo suficientemente pequeña para las dos.
—¿Qué te pasa? —preguntó Zulema, echando una mirada por el rabillo del ojo a su compañera. Habían salido las dos de la casa para que la mora fuera a recoger un paquete que, según ella, era necesario para su transporte.
Mara nunca quiso ir, no era el momento. No quería estar cerca de su compañera ya que era cuestión de minutos que Zulema notara que algo le pasaba. Era así, conocidas de meses pero conectadas como si hubieran pasado años.
—¿Qué me va a pasar? —contestó Mara, utilizando su mayor tono de actriz. Zulema no se lo creía.
—Estás demasiado callada. —no podía mirarla; ella era la que conducía el jeep de vuelta a la casa pero solo las miradas de reojo le bastaban para notar un deje de nerviosismo en su compañera.
—Anoche no dormí lo suficiente. Estoy cansada. —dijo, escogiendo sus hombros. Ella también miraba, disimuladamente, a la pelinegra. Sabía que esa mujer que estaba a su lado era demasiado inteligente como para creerse sus palabras pero había que intentarlo.