Dientes de León.

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____________Día 118__________

Fabiola, Fabiola, Fabiola...

Era lo que mi mente recordaba a cada instante, no podía sacarlo de mi mente durante el trayecto a mi caótica mansion.

Me invadían los celos, la ira de imaginar la piel de Patrick rozando otra piel.

Al entrar en la desolada plaza, observó las gotas de lluvia caer dentro de aquel domo gigante, el sol se había apagado, dejando ver su fragilidad con aquellas gotas de lluvia, así estaban mis ánimos, perdidos y deprimidos por lo descubierto.

Al entrar a mi desolado cuarto, se encontraba aquella inconfundible y detestable silueta formada por montañas de musculos y tatuajes en sus brazos, era Tezli.

—Vaya, vaya, si es la otra perrita de mi patrón—espetó—mientras jugaba con su barba.

Sus palabras no dolían más que aquel engaño, después de todo Tezli siempre fue sincero desde el primer día en que lo conocí en aquel barranco, donde iniciaba como vendedor de estupefacientes, donde el se enamoro de mi de la forma menos correcta, donde yo encontré una forma de poder tener drogas sin algún problema.

Quería matarlo en aquel momento, pero era imposible con aquella fuerza que el poseía.

Todo sería diferente si tuviera una pistola, no dudaría en jalar el gatillo.

Pero esta venganza me la comería fría después de todo.

Antes de que iniciará con sus estúpidas palabras me lanze aquella cama desnudandome lentamente. tocando su musculoso torzo.

El beso cada maldita herida que el provocó, sin duda estaba exitado de saber que se cogia después de todo a la amante de su patrón.

Quería que creyera que era suya, que todo era un juego con el cual solo buscaba obtener recompensas, que el sentimiento hacía Patrick, jamás existío de mi parte y que también lo estaba ocupando.

Pero a quien engaño, en ese momento solo quería olvidar el nombre de fabiola y su estúpido semblante de Patrick al no decir nada en cuanto vi aquel número en su muñeca.

Tezli estaba cegado por las delicadas curvas de mi cuerpo y aquella frágil piel que poseía, tal vez si hubiera sido en otras circunstancias podría haber funcionado lo nuestro.

Pero que estas pensando Jazz, ese estúpido era capaz de matarte en cualquier momento.

Silencie sus palabras llenas de veneno con pasión.

Ambos ganamos aquella tarde, yo buscaba venganza y el buscaba placer.

—Veo que haz recapacitado, princesa, sabes que conmigo podrías tener todo lo que quisieras—dijo—después de haber cegado nuestros demonios.

Descifre que enamorarme cada vez más de Patrick, ardía todo mi ser.

Pero Patrick después de todo disfrutaba verme arder, incluso yo disfrutaba verme explotar.

No había tenido la oportunidad de conocer esta parte de mí, pero debo de abmitir que la saborie a cada segundo.

Tezli tomó de su maleta un pequeño empaque, por supuesto ya sabía lo que contenía era mi paga por aquella tarde de placer.

Pará después sacar una caja de acrílico transparente, con un pequeño listón, eran unos chocolates.

—Tu sabrás que elegir, solo espero sean los chocolates, tal vez no soy el hombre perfecto y lamento lo de la otra noche, solo que...

—No digas más—dije.

—Tengo que hacerlo, me vuelves loco, lamento haber hecho las cosas de la forma en que las hice.

125 Días.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora