Inésperado

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__________Día 100______

Mis energías se están consumiendo al igual que las ganas de poder escribir nuestra historia Patrick.

Hoy se cumplen siete días alejados el uno del otro, me hiere profundamente esta soledad que envenena mi ser al igual que estos tratamientos inútiles, que solo me darán la posibilidad de llegar a mi meta de 125 días vividos, pero no los quiero si no está Patrick.

Las esperanzas de que aún siga con vida se desvanecen, como las nubes de aquella tarde, observo aquel tatuaje que cuenta aquella fugaz historia que tuvimos juntos en aquel condado.

Quisiera correr y correr para volverme a perder y desaparecer por completo como ya lo había hecho, pero ahora mi pasado pesa más y no podría arrancarte de mi corazón de la forma en la cual lo hiciste.

Dom, al verme levantar de aquella cama en la que estuve postrada por siete días, sin ánimos de nada, recorrí un poco las calles de aquellos suburbios, esperando encontrar un poco de aliento para salir adelante.

Pero el se  llevo todo aquel día, en donde este presente no se si pueda iniciarlo, tanto que el aire me asfixia, la luz me aterra y ver amor en las calles incrusta dagas en mi pecho, creando un llanto el cual no se controlar.

Estoy cansada de mirar aquella pantalla de mi celular esperando alguna llamada, cansada de marcar y escuchar aquel mensaje grabado del buzón de voz, pero es lo único reconfortable al hacer.

Esperando lo que tal vez nunca más vuelva a ocurrír.

Tenia la esperanza de que fuera el, quien me diera aquel último beso de despedida, pero todo nuestro camino se lleno de neblina la cual nos impedirá ver nuestro andar.

Tendría que odiarte por aquella confesión, pero se que había una explicación después de todo.

Pero el daño fue mayor, porque nada cicatrizo, solo la herida se expandió más.

Aquella tarde mis pasos me llevaron aquellas ruinas que fueron mi hogar por un tiempo, esperando encontrar a Tezli, para suplicarle alguna explicación de tu posible paradero, pero la tierra también lo había tragado, mucho antes de nuestro viaje.

La noche era la peor de todas, porque era el momento en que no podía ocultar mi sentir, ya no podría negar que me estaba matando cada día que culminaba sin la esperanza de tenerlo de vuelta.

Nunca fui valiente, eso lo pude aceptar aquella tarde, era una típica chica con sueños trillados que trataba de protegerse detrás de una chica frívola y sin sentimientos, no pude mantener aquella barrera.

Quería vivir un amor lleno de pasión, aventura, peligro, uno que me consumiera, no tuve cuidado con lo que deseaba llegando a obtenerlo, matándome desde dentro.

Mí tercer químioterapia la tendría en unas horas, sinceramente ya no sabía si continuar con el tratamiento, aquella calidad de vida se podría ir a la mierda después de todo lo ocurrido.

Llegue a la funeraria en donde pensé encontrar a Dom, en el área de recepción, listo para dirigirnos a la clínica, pero no estaba ahí, algunos ruidos de forcejeo y gemidos provenían del área de descanso para empleados de la funeraria, lo cual sigilosamente en punta de pie me dirijo hacia aquella área, tomando un ligero atril de metal, al llegar a la habitación observó que Dom se encontraba con los pantalóncillos debajo mientras que delante de él se encontraba una silueta de una sensual mujer con suspensorios y un vestido de licra rojo, el cual estaba ligeramente alzado, dejando ver sus glúteos, mientras de un va y ven Dom la sometía, tomándola del cabello rubio.

No pude evitar del asombro soltar aquel atril de metal, estrellándose en el piso,  mi padre adoptivo estaba teniendo relaciones sexuales.

Al escuchar aquel sonido, Dom de inmediato voltea asombrado, creando mayor fuerza al sujetar aquel cabello rubio, desprendiendolo en su totalidad del cráneo de aquella mujer, que de inmediato quita de encima a Dom, acomodándose el vestido.

Jamás podré quitar de mi mente aquel momento en que conocí los tan trabajados glumetos de Dom, sin poder evitar reír al respecto por ello.

De inmediato tape mis ojos con mis manos, pero era evidente lo que había visto. Como pude me dirijo de nuevo hacia la recepción, tomando asiento en aquel sofá del área de recepción, Dom, después de unos minutos llega, sonrojado por lo que había presenciado.

—¿Está todo bien? —preguntó mientras con su mano derecha rascaba su cráneo, rojizo de la pena.

—Si todo está bien, si querías más tiempo de privacidad me hubieras avisado, hubiera podido ir sola a mi sesión de quimio—Inquiri—invadida por la pena y risa al respecto.

—No, para nada, en este momento nos vamos —anuncio.

—No puedes cerrar la funeraria—espete—al no ver señal de Faustus.

—El llegará en cualquier momento—no te preocupes por el.

Dom, jamás cerraría la funeraria, aunque fuera por algunos minutos, algo estaba ocurriendo.

De pronto aquella mujer se da a notar, colocándose de brazos cruzados detrás de Dom.

—!Aquí estoy Jazz¡—anuncio—arrojando aquella peluca a unos centímetros de los pies de Dom.

—Te dije que esperaras atrás, en lo que nos íbamos—respondió— sulfúrico Dom.

Era evidente que aquella chica misteriosa era Faustus

—Ya estoy arto de ocultarme, en cuanto regreses es mejor que encuentres a un sustituto—responde—al borde del llanto Faustus, dirigiéndose hacia aquella habitación.

Un silencio incómodo se presenta, mientras levanta aquella peluca rubia del piso.

—iba a decírtelo—responde—envuelto en pena, acomodando cada fracción de cabello de aquella peluca, desviando su mirar hacia mí.

—No tienes porqué apenarte al respecto, te amo por todo lo que hacés por mí, por el gran ser humano que eres y, no soy nadie para juzgarte—respondi—levantandome de aquel sofá arrojandome a sus brazos.

El no pudo evitar derramar algunas lágrimas, era evidente que para él aún era algo lo cual no aceptaba del todo en él.

—Ve, habla con él, es un gran sujetó, no quiero que lo pierdas por un mal entendido—respondí—levantando su mentón buscando su mirada.

—Espera sólo un momento—responde —dándome un fuerte abrazó, corriendo hacia aquella habitación.

Tenía que liderar con diferentes emociones aquel día, pero al menos me hace feliz saber que Dom, no estára del todo solo después de mi partida, Faustus era un gran chico, el cual podría cuidar de Dom.

No logro comprender cuanto tiempo Dom, mantuvo este secreto, alejándose de todos, era momento de apoyarlo aceptarse, quererse y sobre todo hacer feliz, junto a Faustus.

Debo confesarte Patrick que ese día al menos cuando llego la noche no pensé en ti, después de aquella anécdota y aquella sesión de quimioterapia.

________Soundtrack _______

Wrabel— the village

125 Días.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora