Samantha.
Aprovechando que tenían todo el día libre, Eva y Samantha habían concertado varias citar para ver pisos en alquiler en la capital. En cualquier momento de ese día recibirían la llamada que les anunciaría si iban a ser las próximas teloneras de Nia o no, y únicamente la persona elegida podría permanecer en el hotel a partir del domingo, al resto se les acababa el chollo y debían volver a sus hogares. O encontrar uno nuevo, como era el caso de las chicas.
Era el quinto piso que visitaban y estaban bastante desilusionadas, ¿cómo podían pedir tanto dinero por aquellos pisos pequeños y sin apenas luz? El problema es que tenían que encontrar un sitio cuanto antes o estarían viviendo en la calle en dos días.
-Este va a ser el definitivo, ya lo verás Eva, tengo un presentimiento.
-Samantha, te creería si no fuera porque los dos anteriores también iban a ser el definitivo -rió la morena.
Pero cuando entraron al lugar, ambas sonrieron sin poder evitarlo. El que sería su casero les guió por la casa, enseñándoles las dos grandes habitaciones que había, en ambas cabía una cama de matrimonio y sobraba suficiente espacio para algún otro mueble, además de contar con un armario empotrado que ocupaba por completo una de las paredes. La cocina era suficientemente amplia para poder estar las dos presentes al mismo tiempo sin molestarse en las tareas, y estaba equipada con todo tipo de electrodomésticos. El baño se encontraba entre ambas habitaciones y, a pesar de no ser excesivamente grande, tampoco se quedaba pequeño, podrían poner un armario y dividirse las baldas. Pero, sin lugar a dudas, lo mejor de la casa era el gran salón en el que cabían perfectamente unas 20 personas y el gran ventanal que iluminaba toda la estancia, a través del cual se podía ver una pequeña terraza con una mesita que tenía una silla a cada lado. Sin duda, aquel lugar era el mejor piso que habían visto, y que se podían permitir.
Tras acabar el tour por el lugar, estuvieron negociando con el casero que quedó prendado del encanto de ambas chicas y acordaron que podrían comenzar a llevar sus cosas ese mismo domingo. Estaban salvadas, no iban a tener que pasar ninguna noche en la calle. Tras un apretón de manos cordial, salieron del lugar y nada más llegar a la calle comenzaron a gritar y abrazarse.
-Te lo dije, este iba a ser el definitivo.
-Ay, Samantha, es que es el piso perfecto -respondió la gallega.- Por cierto, me pido la primera habitación que hemos visto. -dijo rápidamente levantando la mano.
-Joe, Eva, esa es la mejor habitación -protestó la rubia con una sonrisa.- Te la dejo porque me caes bien.
Ambas rieron y decidieron que tenían que ir a celebrarlo, por lo que fueron al único bar que conocían en Madrid, aquel en el que llevaban toda la semana, y pidieron un par de cervezas. En ese momento la mente de Eva recordó el día anterior en el mismo lugar y cómo no había hablado del tema con su amiga.
-Oye, Samantha, que al final no te pregunté porque cuando volví del baño ya había aquí mucha gente. ¿Qué tal ayer con Flavio? -preguntó mientras alzaba las cejas de forma pilla.
-Uf, tía, mejor ni preguntes.
-¿Qué pasó?
-Nada, me dijo que no se acordaba nada de la otra noche porque estaba borracho y que no sabía qué creía que estaba pasando pero que estaba equivocada.
-¿De verdad te dijo eso?
-Sí, es que es gilipollas, tía. Pero vamos, que a mi me da igual. Se nota que es un niño chico y yo me dejé llevar por esa noche y me confundí porque estoy muy sola. Pero sin más, ya se me ha pasado, y menos mal.
-¿Estás segura? Porque no parece que se te haya pasado, Sam...
-Que sí, lo único que me jode haber sido tan tonta y pensar cosas que no eran. Pero es simplemente eso.
-Bueno, si tú lo dices yo te creo, pero no pasa nada si te gusta.
-En serio, Eva, que no me gusta. Si ni siquiera me cae bien.
-Vale, vale. No digo nada más. Hablemos de los muebles, habrá que comprar cosas para la casa, ¿qué rollo te gusta? Podríamos ir el lunes al Ikea.
Y así pasaron la tarde, entre cervezas y la web del Ikea, hasta que el móvil de Samantha empezó a vibrar. En la pantalla se veía el contacto que la estaba llamando "Ana Julieta". Enseguida se puso nerviosa y miró a su amiga, que le regaló una gran sonrisa y con un gesto de cabeza le animó a coger la llamada. Samantha descolgó el teléfono:
-¿Si?
Flavio.
Hoy no tenía clases, así que aprovecharía a ordenar su mente, el piso y su libreta de composiciones. Quería dedicarle más tiempo a sus letras y melodías. Quizá, si le daba tiempo, intentaría ensayar un rato aunque le gustaría tomarse un día más libre con respecto al conservatorio.
Se pasó toda la mañana recogiendo la ropa tirada de su habitación y aunque mentalmente se repetía que tendría que aprender a ser más ordenado, en el fondo sabía que eso iba a ser imposible y que en unas semanas tendría que dedicar otro rato únicamente a colocar su habitación y convertirla en un sitio habitable de nuevo.
Cuando por fin tuvo la habitación limpia y todo en su sitio, sintió como su cabeza también se despejaba y podía pensar con más claridad. Estos días estaban siendo un poco difíciles: entre el concurso de teloneros, la universidad y el examen del conservatorio últimamente tenía la cabeza en cualquier lado menos donde tenía qué tenerlo.
Salió disparado a la cocina, donde su compañera de piso estaba sentada. Cogió la cafetera para hacerse algo de café.
-¿Qué plan tienes para hoy, Mai? -le preguntó el moreno mientras la cafetera empezaba a burbujear con su café.
-La verdad es que poca cosa, no tengo nada de la uni pendiente así que creo que ire por la tarde al refugio de voluntariado .- le comentó la morena.
-Oye Mai eso parece un planazo, la verdad.-le contestó Flavio sonriéndole.
-Ay, ya se grillito, vente esta tarde conmigo. Hace mil que no vienes y así podremos sacar a más perritos a pasear, que yo sola no puedo con todos... -le pidió su compañera de piso sonriendo y haciendo un pequeño puchero para terminar de convencerle.
-Pues... venga vale, me parece estupendo.-sonrió el moreno.
Pasaron la mañana juntos, con sus cafés y hablando de cualquier cosa. Hacía tiempo que no pasaban tanto tiempo juntos y a solas. Entre los mil proyectos que tienen cada uno les estaba costando sacar rato, y eso que ambos disfrutaban mucho con la compañía del otro.
Hicieron la comida entre risas y viejas anécdotas y comieron viendo una serie. Gèrard había quedado con una chica para comer, así que no esperaban al rubio como de costumbre.
Cuando terminaron de recogerlo todo, se pusieron en marcha para ir al refugio. La tarde fue maravillosa, pasearon a casi todos los perros del refugio, cosa que casi nunca pasaba. Dejaron sus cheniles limpios, con comida y agua. También con la parte de gatos que tenía el refugio, limpiaron los areneros, y los rellenaron con arena nueva, así como los bebederos con agua y los comederos con pienso y latas.
Todo iba genial, estaban dándose mimos a los perretes y gatetes, cuando el bolsillo de Flavio empezó a vibrar. A él se le puso la cara blanca y Maialen le instó a mirar quien era.
Flavio lo sabía, estaba esperando esta llamada. Así que, cuando en la pantalla vio "Ana Julieta"no pudo hacer otra cosa que suspirar y mirar a su compañera buscando algo de apoyo. Maialen le miró curiosa, y cuando entendió quien le llamaba, se puso a su lado y le abrazó con un brazo, demostrando su apoyo y le susurró:
-Grillito, da igual lo que pase, todo va a ir bien.
Flavió asintió y descolgó la llamada:
-¿Diga?

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Entre acordes ~ Flamantha
FanfictionEllos buscaban ganarse un hueco en la industria musical cuando se presentó la oportunidad que tanto estaban esperando. Pero no sabían que aquel concurso por ser teloneros de una gran artista cambaría sus vidas para siempre.