Sus labios habían sido rozados por la libertad. El mismo mundo que había habitado durante casi dieciséis años parecía haberse metamorfoseado en un universo completamente nuevo. Sus límites se habían ensanchado de manera radical, de modo que todo lo que Shoto había conocido hasta entonces no parecía más que un minúsculo corral. Se había pasado dieciséis años recorriéndolo, dando vueltas alrededor de sus vallas; era como un animal que nunca ha salido de su establo y, por lo tanto, no puede soñar con grandes praderas, pues no sabe que existen. Pero él había sido estúpido desde el primer momento; siempre había sabido que había miles de profesiones, de estilos de vida, que no incluían el componente heroico. Aun así, nunca se había atrevido a incluir ninguna de ellas en sus sueños. Jamás se había imaginado siendo abogado, por ejemplo, o un modesto artesano. Su padre se había ocupado de alejar aquellas ideas de su cabeza.
Siendo ahora plenamente consciente de que las cadenas que lo aferraban no eran más que un producto de su imaginación, se atrevió por primera vez a ahondar en aquella posibilidad. Sintió una vaga sensación de culpabilidad al proyectar en su mente una imagen de sí mismo dedicando su tiempo a algo que disfrutaba. La representación mental fue borrosa, sin embargo, pues no podía pensar en una afición concreta. No había tenido – o más bien había sido privado de – tiempo para desarrollar ningún gusto especial. La lectura resultaba relajante y reconfortante en muchas ocasiones. Se decantó por aquello. Recordaba haberse lamentado de no poder leer aquellos gruesos libros que descansaban en su habitación. La imagen de los volúmenes regresó a su cabeza una vez más. El deseo de sumergirse en la paz que podían procurarle aquellas páginas resurgió de nuevo. Nada ansiaba más que la tranquilidad. Ante él se extendió entonces el verdor de un campo. Beatus ille...
El entrenamiento vespertino de repente perdió toda su relevancia para Shoto. ¿Qué más daba el horario, la rutina, cuando había un horizonte tan extenso por conocer? De pie en la sala desde la que veían los combates de otros alumnos, Shoto se reprochó a sí mismo el estar pensando en gozar de una vida alejada de toda la locura y opresión a la que había estado sometido. Una poderosa oleada de repugnancia le recorrió al reconocer en las palabras de su conciencia algo que habría dicho su padre.
Las enseñanzas que le habían acompañado durante toda su existencia estaban más arraigadas en su interior de lo que había imaginado. Librarse de ellas no iba a resultar sencillo. Debía emprender un proceso inverso al que había llevado a cabo hacía diez años; si antes se había aislado y aceptado sumisamente las órdenes, ahora daría la vuelta a su piel y retaría cada uno de los mandamientos que había aprendido.
Aquel día, sin embargo, lo más sensato sería interpretar el papel que todos esperaban de él; un chico mudo que deseaba convertirse en un héroe profesional. Haría aquello tantas veces como fuese necesario hasta el día en el que llegaría la emancipación.
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Monocolor | TodoMomo |
FanfictionShoto Todoroki enmudece de manera voluntaria a la edad de seis años, queriendo encontrar un escape al yugo de su padre. Durante una década, construye a su alrededor una realidad alternativa, perfectamente moldeable a su antojo, que utiliza como escu...