❝ Era irónico ver a un
lobo caer por un ciervo. ❞Pasos apurados se escucharon sobre la superficie de madera poniendo en alerta al Nara. Por su lado, el Yuki esbozó una sonrisa tenue al mismo tiempo que movía una pieza en el tablero. Conocía perfectamente aquellas pisadas, apuradas pero delicadas de su primogénita.
—¡Con qué aquí están!— exclamó agitada una ojiazul que ambos hombres bien conocían. Shikamaru rápidamente alejó su atención del tablero un poco consternado por aquella extasis que el tono de voz de la chica expresaba. La siempre tranquila Sora era difícil de exasperar o conmocionar de esa manera. —¡El primer cervatillo ha nacido!—
Con que eso era. Pensó el Nara.
Dándole una mirada de disculpa al líder del Clan Yuki, el Nara se puso de pie dejando la partida para ir con Sora, le había prometido llevarla a presenciar aquello.
—Cuídense chicos.— Yuki Ōkami pronunció, haciendo que ambos le dieran una corta reverencia antes de salir directos hacia el bosque, mas bien era su hija quién arrastraba al vago Nara.
Había pasado un año con un mes desde su primer peculiar encuentro en el cementerio. Como si hubiese sido un detonante o la punta de una bola de estambre todo lo que le siguió a ese encuentro fueron coincidencias o destino que los hizo acabar llamándose mejores amigos.
La amistad no fue inmediata, fue progresiva. El encuentro donde ella lo venció jugando shōgi claramente llamó la atención del chico.
Un mes después de este, como líder del Clan Nara, fue convocado a una reunión por actividad sospechosa alrededor de los bosques que su gente cuidaba junto a otro Clan. Grata sopresa fue que al llegar se encontró con Yuki Ōkami acompañado de su hija, nada más ni nada menos que Yuki Sora, la chica que lo había vencido en minutos.
Resultaba ser que a quién su padre se refería como “viejo lobo” era el líder de los Yuki. Clan que junto al Nara velaba por cientos de kilómetros de acres ejerciendo de Guardianes. Los Yuki vigilaban la zona norte con sus lobos mientras los Nara la zona sur con sus ciervos.
Después de aquello, Sora como líder humana de la manada de lobos que cuidaba el bosque mantuvo una estrecha comunicación con el Nara quién se encargaba de todo lo concerniente a su Clan. Fueron semanas en las que estuvieron analizando aquel grupo de personas, varios días a la semana Sora tuvo que ir a la Torre del Hokage pues Shikamaru no podía escapar de sus responsabilidades como consejero, para trabajar en la estrategia más viable para solucionar el problema.
Otro mes pasó, cuando el Nara llegó a la oficina del Hokage encontrándose con Sora conversando con el susodicho. Al parecer el Hatake había quedado impresionado con la habilidad estratégica que la Yuki había manifestado en los días que acompañó a su consejero.
—Una presencia femenina más nos hará bien.— le dijo el Rokudaime con sus típicos ojos de pereza.
Interiormente el Nara estuvo bastante feliz, la chica le producía un sentimiento de calidez inexplicable.
Problemáticos sentimientos. Pensó en aquel momento.
Como compañeros de trabajo, conocidos, así como conexión entre dos Clanes, la amistad fue inminente e inevitable.
—¿Cómo sabes que nació el primero?— le cuestionó a la chica notando como se internaban en el bosque.
—Haku me lo dijo.— respondió con simpleza. El Nara agudizó sus sentidos, notando como a la distancia un lobo negro azulado del tamaño de Akamaru los observaba cuidadosamente.
Sonriendo casi imperceptiblemente manteniendo su postura perezosa, Shikamaru le dio una mirada que el animal supo interpretar bien. Se retiró con sigilo confiándole la seguridad de su líder al chico que llevaba acompañándola por más de un año.
Le había costado mucho a Shikamaru ganarse la confianza de toda una manada. Sora la había tenido fácil con los ciervos pero él no.
—Cierto, me he acostumbrado tanto a él que ahora no noto su presencia del tamaño de un caballo.— bromeó el Nara haciéndola reír bajamente. Los lobos eran bastante protectores con ella. Eran animales territoriales así que no le habían sorprendido en nada sus actitudes.
Siguieron su camino sin emitir palabra, no eran necesarias. El aura que se formaba cuando ambos estaban uno al lado del otro era más que íntima, se comunicaban con miradas fugaces o muecas que acababan en risillas por parte de ambos.
—Sora...— ésta se detuvo ante el llamado de su compañero, él le indicó con una mueca un claro en el bosque donde una cierva reposaba con un cervatillo acurrucado a su lado. El Nara casi deja escapar un suspiro al ver como los profundos ojos azules de Sora se iluminaban tiernamente.
La líder de una manada de lobos estaba colapsando por un cervatillo. Pero que irónico.
Cuando sintió la mirada sobre él pidiendo permiso, asintió avanzando atrás de ella hasta que estuvieron lo suficientemente cerca de ambos animales. Shikamaru se dedicó a acariciar a la hembra mientas Sora se derretía con el recién nacido.
—La vida es linda, nunca pensé que tendríamos esta paz.— suspiró la mujer llevando su mirada al cielo. El chico la siguió sonriendo en silencio al ver las nubes.
—Sigo deseando ser una nube.— ella rió, pues de igual manera muchas veces había añorado ser así de libre.
Un año después de aquella partida de shōgi, el vacío en su corazón parecía haberse llenado poco a poco. Su padre había intercedido por ella declarando que con o sin pareja sería la próxima líder del Clan, su madre se había disculpado por haberla fatigado en repetidas ocasiones y ambos se habían enorgullecido por su nuevo trabajo con el Rokudaime así como también, por la sana amistad que tenía con el joven líder de los Nara.
Su compañera Akira había tenido una niña en enero, mientras que la pareja Uzumaki no había perdido tiempo restableciendo el Clan al tener a su primogénito en Marzo. Aquella copia del Héroe de Guerra tenía a la princesa del Byakugan viviendo todo lo que alguna vez había anhelado. Y Sora no podía estar más que feliz por quienes la rodeaban.
Una pequeña opresión se presentó nuevamente en su pecho haciéndola bajar la mirada al césped, comenzando a arrancar este.
¿Ella no sería digna de aquel amor? Tal vez si le hubiera correspondido los sentimientos a...
—¿Qué sucede Sora?— a sabiendas de que la chica no diría nada, colocó uno de sus brazos sobre su hombro aproximándola a él. Ambos quedaron recostados observando al cielo. —Ya sabes que lo de comprender a las mujeres no se me da bien... Pero qué fastidio, no sé ni porqué digo esto.— la chica lo observó con leve diversión en sus facciones. —Lo que quiero decir es que, no importa lo que pase por tu problemática cabeza, yo estoy aquí para ti, nevada problemática.—
Sora sintió su corazón estrujarse y algo removerse en su barriga ¿Así de bien se sentían las relaciones de mejores amigos? Se preguntó interiormente.
—Lo sé, vago. Gracias.— éste murmuró un pequeño “hmp” dejándolos sumidos en un cómodo silencio, observando las nubes uno al lado del otro.
A Shikamaru le gustaba ver las nubes con ella. Si había algo que deseaba más que ser una nube era saber que pasaba en aquel corazón que tanta calidez emitía.
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𝒀𝑼𝑲𝑰 - 𝑵𝒂𝒓𝒂 𝑺𝒉𝒊𝒌𝒂𝒎𝒂𝒓𝒖.
FanfictionUn cielo nevado llega a la vida del Genio de Konoha: Repentina, inesperada, divertida e irónicamente cálida. ¿Será lo suficientemente problemática como para captar su atención?