Drabble 05.
¿Alguna vez se habían preguntado qué surgía si unían a una persona tranquila con una perezosa? Bueno, el matrimonio Nara le podía dar respuesta a tal incógnita.
Nara Sora era la tranquilidad encarnada, podía llegar a ser hiperactiva pero su actitud más común era la de un rio en calma. En cambio su esposo era la encarnación de uno de los pecados capitales, podía ser tan perezoso como quisiera cuando se le daba la oportunidad, afortunadamente con un ritmo de vida como el de ellos no era tan posible.
Aunque claro, para los infantes de diez meses aquello era una historia diferente. Con pieles sin cicatrices, cabello tan suave como algodón, sonrisas sin dientes, boquitas babeadas, cero responsabilidades más que la de ser los consentidos de sus abuelas ¡Era difícil negarles aquella pereza!
Al principio fue adorable, después fue preocupante.
Totalmente preocupante.
Los demás niños de su generación balbuceaban por comida o clamaban por sus padres en torpes “mamás” o “papás” pero ellos no.
Con doce meses cumplidos, Shikadai y Kumo Nara habían demostrado que preferían ingeniárselas haciendo cómplices al otro que soltar algún sonido para hacer la petición.
¡A los diez meses era normal pero con su primer año cumplido había dejado de serlo!
Sora bromeó un poco con eso, diciendo que estaban demostrando la sangre estratega que corría por sus venas aunque su esposo estaba al tanto de que sólo lo hacía para apaciguar su propia preocupación.
—Mamá... Ma-má.— Nara Shikamaru escuchó como su esposa hablaba entonando distintas voces frente a sus hijos. Una cucharada de papilla subía, bajaba, volvía a subir a medida que ella hacía más énfasis en sus ademanes.
Shikadai la observaba con aquellos ojos brillantes mientras Kumo seguía atenta los movimientos de la cuchara.
Una risa suave surgió de la garganta del patriarca haciendo que su esposa volteara a verlo con ambas cejas alzadas denotando diversión también.
—¿Qué sucede vago? Sakura dijo que ellos estaban perfectos de salud así que, o son demasiado flojos o son demasiado tranquilos.—
Porque sí, ellos habían llevado a los niños a una revisión médica pues como padres primerizos habían caído en la desesperación de una posible condición que les evitara hablar.
—Flojos.—
—Te lo heredaron.— ella rio, él se encogió de hombros.
—Pero son bastante lindos, ellos también heredaron eso de mí.— él la molestó haciéndola reír nuevamente. Los dos niños solo veían en intercambio de sus padres con ojos entretenidos.
—Claro.—
[...]
—Incluso las misiones ANBU son más tranquilas ahora.— el Nara escuchó como su cuñado le contaba. Se habían encontrado de camino a la Torre del Hokage, a dónde Kuro se dirigía para dejar unos informes y Shikamaru a recoger a Sora.
—Así es mejor...— el Nara dijo. —Con tantos niños pequeños en la Aldea no sería conveniente tener tanta acción como antes.—
—Sí, tienes razón. No queremos que estos pequeños sufran lo que nosotros.— Kuro balanceo a su sobrina entre sus brazos provocando las risas de ésta.
El de coleta sólo negó al ver lo consentida que era la pequeña Nara. A todos en el Clan Yuki les maravillaba ver a una pequeña versión de su actual líder.
Un lamento por parte de Shikadai, a quien él sostenía entre sus brazos los hizo detenerse, el niño iba recargado en su hombro así que lo enderezó para poder verlo. Esperaba hallarse uno de los típicos pucheros de los mellizos pero no.
El niño de cabello castaño tenía las cejas fruncidas, sus mejillas coloreadas en rojo y una mueca de fastidio que Shikamaru juraba era la misma que él ponía.
—¿Qué sucede, pequeño?— repasó la lista mental.
Pañal limpio: sí.
Biberón: sí.
Sacarle el aire: sí.¿Por qué esa mueca? Además de que no era común. Le tocó la frente como última opción buscando irritación en él: nada. El niño pareció frustrado al ver que su padre no lo entendía.
—¡Mamá!—
Ambos hombres abrieron los ojos sorprendidos ¡Shikadai había dicho su primer palabra! Y justamente Sora no estaba presente.
—¡Mamá!— volvió a repetir con tono más uraño, se removió en brazos de su padre adoptando su posición inicial: sobre su hombro viendo a espaldas de su padre.
Kuro siguió la mirada de su sobrino, una risa quedó atrapada en su garganta, el Nara lo imitó girando, el niño se volvió a remover en sus brazos para quedar de frente.
—¡Mamá!—
Volvió a decir.
Kuro juraba que estaba viendo un espejo, los Nara ahora tenían aquella misma mueca en su rostro, de no haber sido por la diferencia de edades o el color de ojos estos lucirían como el reflejo de un espejo.
Y bueno, si había algo que motivara a los Nara era Sora.
La peliazul se hallaba en la esquina de la calle hablando con un hombre de ropajes que lucían bastante finos. Shikamaru recordó de golpe que el próximo Feudal de tierras cercanas a la Aldea vendría a arreglar asuntos con el Rokudaime. Agudizó su vista notando como la ex Yuki alzaba su mano izquierda mientras señalaba con su índice derecho el anillo de matrimonio.
—Qué problemático.— susurró.
Él era de pensar con cabeza fría pero eso era todo lo contrario a lo que se encontraba haciendo, suspiró calmándose a si mismo con la idea clara de que eso era una misión diplomática o meramente un favor que el Rokudaime le había pedido así que debía dejar sus celos de lado.
—Definitivamente si algo los motiva a ustedes, eso es Sora.— Kuro se rio mientras emprendían camino nuevamente.
Y claramente eso era cierto, después de todo Shikadai había dicho su primer palabra por un infantil ataque de celos.
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𝒀𝑼𝑲𝑰 - 𝑵𝒂𝒓𝒂 𝑺𝒉𝒊𝒌𝒂𝒎𝒂𝒓𝒖.
FanfictionUn cielo nevado llega a la vida del Genio de Konoha: Repentina, inesperada, divertida e irónicamente cálida. ¿Será lo suficientemente problemática como para captar su atención?