Búsqueda.

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❝ Al final encontré lo que ni
siquiera sabía, estaba buscando. ❞

Abrir los ojos fue ciertamente difícil para aquella peliazul de flequillo, se sentían pesados e hinchados

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Abrir los ojos fue ciertamente difícil para aquella peliazul de flequillo, se sentían pesados e hinchados.

Recordó que había llorado a mares en el cementerio, que Shikamaru la había llevado a su departamento... Y que habían dormido juntos. Con lo último en la cabeza, se enderezó rápidamente encontrándose únicamente ella sobre la cama.

Volvió a dejarse caer contra las almohadas desganada, posiblemente Shikamaru únicamente había esperado a que se durmiera para irse. Arrugó su nariz suavemente, acercándola a la almohada de al lado, aquel olor a cigarrillo con perfume característico del Nara estaba impregnado en ella como un olor reciente.

Como una confirmación a sus sospechas un ruido de ollas se escuchó en la cocina. Enderezandose nuevamente, notó como la camisa negra de Shikamaru estaba perfectamente doblada a su lado.

Juraba a Kami que la camiseta le había susurrado un visteme. Y ella obedeció metiéndose a bañar para así vestirse con unas licras negras, su top de rejillas con la gran camiseta negra del Nara encima.

Tenía una relación de odio-amor con su manía hacia el cigarro. No le gustaba que dañara su salud pero definitivamente disfrutaba del olor mezclado con su perfume.

Salió de la habitación de forma sigilosa, agradeciendo sus habilidades shinobi hasta llegar a la cocina. Sintió sus piernas temblar ante la vista y su corazón desbocarse.

Shikamaru estaba ahí preparando el desayuno como si fuera la ciencia más grande del mundo, únicamente con el chandal negro que tenía en el departamento por emergencias y su camisa de rejillas, estaba descalzo con su coleta ligeramente floja.

—Buenos días, Shika-kun.— susurró de repente sintiéndose tan avergonzada como aquella vez que interrumpió su partida de shogi con la pequeña Mirai.

—Buenos días, nevada.— éste se giró hacia ella besando su frente suavemente —Hice tostadas con aguacate, té de jazmín y un poco de fruta picada.—

Sora percibía el olor a huevo, llevó la mirada al cesto de basura con curiosidad y pudo ver al Nara hacer una mueca.

—Cocinar es un fastidio.— se justificó rápidamente haciéndola reír.

—Lo es, definitivamente.— coincidió tratando de hacerlo sentir mejor. —Yo pondré la mesa, ¿Si? Es lo menos que puedo hacer.—

—Aunque te diga que no, tú lo harás ¿No es así problemática?—

—Me conoces bien.— le dijo la peliazul dándole un guiño juguetón. El Nara rió mientras caminaba fuera de la cocina rascando su nuca.

Sora se encargó de emplatar todo para llevarlo a la mesa. No mentiría, aquellas tostadas de aguacate se veían apetecibles con las especias encima y el tomate fresco en rodajas.

𝒀𝑼𝑲𝑰 - 𝑵𝒂𝒓𝒂 𝑺𝒉𝒊𝒌𝒂𝒎𝒂𝒓𝒖. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora